Cancún.- Mario Marín Torres, ex gobernador de Puebla, fue presentado esta tarde ante las autoridades correspondientes, luego de su detención, anoche, en Acapulco, Guerrero, donde se escondía por la acusación de torturar a la periodista Lydia Cacho, en 2005.

Aracely Andrade, abogada de Lydia Cacho, fue abordada por una nube de reporteros que la esperaban a la entrada de los juzgados federales del Poder Judicial de la Federación, donde manifestó que tenía entendido que el político llegó fuertemente custodiado en un convoy.

Andrade apenas alcanzó a exclamar antes de entrar al recinto que la diligencia de este día en los tribunales no tardaría más de dos horas.

“Vamos a ver qué pasa, llevamos varios años en esto, pero soy de aguante”, añadió.

También alcanzó a comentar que la demanda que interpuso contra el entonces presidente, Enrique Peña Nieto la ratificó el 29 de diciembre y la volvió a ratificar el 26 de enero y ya comenzaron las investigaciones.

El llamado “Gober precioso” llevaba dos años prófugo y fue detenido anoche por agentes de las fuerzas de seguridad federales en la casa de su hermana, ubicada en la colonia Cumbres de Figueroa, en Acapulco.

En 2005, la periodista Lydia Cacho documentó en su libro Los demonios del Edén que tanto Marín Torres como Adolfo Karam, su ex subsecretario de Seguridad Pública de Puebla, y el empresario textilero, Kamel Nacif, eran los responsables de mantener una red de pornografía y prostitución infantil.

Meses después de su publicación, Lydia Cacho fue detenida, acusada de “difamación y calumnias”. El procedimiento se realizó aquí en Quintana Roo y la llevaron desde Puebla, vía terrestre, siendo, según dijo la periodista, torturada psicológicamente en el trayecto por los oficiales, quienes amenazaron con abusar sexualmente de ella.

En Puebla acusó que fue puesta en un calabozo, desnudada y el trámite fue lento y tortuoso. El 17 de diciembre quedó libre al pagar una fianza de 70 mil pesos y, en febrero de 2006, se hizo pública una grabación telefónica entre Kamel Nacif y Mario Marín, que comprobó la confabulación entre ambos para detener a la periodista.