Un estudio reciente, liderado por el investigador Peng Wang de la Academia China de Ciencias y publicado en la revista en línea “Nature Computational Science”, ha puesto en evidencia el enorme volumen de basura digital que generará la inteligencia artificial (IA) en la próxima década.
El auge de la IA generativa ha evolucionado desde la investigación científica hasta la creación artística. Sin embargo, ha traído consigo una amenaza ambiental: la creación de basura digital, también conocida como basura electrónica o e-waste.
A medida que se crean modelos más complejos de IA, el hardware de soporte es rápidamente obsoleto, con lo que crecen los desechos electrónicos, residuos que son un gran desafío ambiental, y su inadecuada gestión pone en peligro al planeta y a la salud humana.
Según el informe, si no se toman medidas adecuadas, la IA podría generar entre 1.2 y cinco millones de toneladas métricas de residuos electrónicos para 2030, basura que provendrá de unidades de procesamiento, almacenamiento y sistemas de alimentación.
El estudio presenta cuatro escenarios de crecimiento para la IA, que van desde un enfoque agresivo con aplicaciones masivas hasta uno más conservador.
En el más extremo, el volumen de residuos podría llegar a 2.5 millones de toneladas anuales en 2030, lo que equivale a llenar dos mil estadios de futbol con equipos electrónicos desechados.
En ese cálculo se destaca la cantidad de 1.5 millones de toneladas de placas de circuitos impresos, y medio millón de toneladas de baterías, que contienen materiales peligrosos como plomo y cromo, altamente perjudiciales para el medio ambiente.
Economía circular
El estudio dirigido por Peng Wang advierte los riesgos asociados, pues los residuos electrónicos contienen sustancias tóxicas que, si no se gestionan adecuadamente, pueden contaminar el agua, el suelo y el aire, afectando directamente la salud humana y la biodiversidad.
Además, el aumento de esos desechos podría acelerar el agotamiento de recursos naturales no renovables debido al incremento en la demanda de estos para la elaboración de chips y otras tecnologías.
En ese sentido, la economía circular emerge como una solución clave para mitigar ese problema. Implementar modelos de producción más sostenibles y prolongar la vida útil del hardware son dos estrategias fundamentales para reducir la huella de carbono de la IA.
Adoptar un enfoque circular disminuiría 86 por ciento la generación de residuos electrónicos, lo que implicaría reciclar, así como mejorar los procesos de fabricación para utilizar menos recursos vírgenes y reducir el volumen de residuos.
Para evitar que la basura digital se convierta en una crisis ambiental, es esencial fomentar un uso responsable e incentivar la adopción de tecnologías menos contaminantes, y sólo una regulación adecuada y la concienciación se minimizaría el impacto de la IA.
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La inteligencia artificial tiene el potencial de transformar la sociedad en formas inimaginables, pero también está creando una montaña de basura digital que amenaza con un impacto devastador en el planeta.
Urge adoptar una economía circular en el ámbito tecnológico; no es sólo una opción, sino una necesidad crítica para evitar la sobrecarga de los ecosistemas con materiales tóxicos y no biodegradables.