Si bien, las ceremonias en honor a la semidiosa Centéotl, símbolo de las buenas cosechas, se lleva a cabo desde tiempos milenarios, la “Guelaguetzta” como tal, tuvo su origen tras el terremoto de 7.8 grados que azotó a Oaxaca de Juárez en 1931.
El siniestro dejó a miles de personas sin hogar, mismas que ante el miedo de las réplicas, decidieron abandonar el Estado y buscar un sitio más seguro.
Fue entonces cuando representantes de la sociedad civil, así como de la cultura y las artes, planearon un homenaje a la cultura oaxaqueña.
Fernando Rosales, director del Ballet Folklórico de Oaxaca y miembro del Comité de Autenticidad de la Guelaguetza, en los primeros años, lo bailables sólo se realizaban por representantes de siete comunidades.
Sin embargo, poco a poco se fueron sumaron escuelas, grupos de danzas contemporáneas, atletas y artistas, quienes consolidaron la fiesta de los Lunes del Cerro, que se lleva a cabo en el Cerro del Fortín, un lugar que se considera sagrado.
La evolución el evento ha sido inminente a la largo de diferentes mandatos presidenciales.
La construcción de la carretera a Puebla en 1932, la creación de templetes y gradas de madera en 1973, y la edificación del Auditorio Guelaguetza en 1999, han dado cuenta del crecimiento imperante de la festividad.
Actualmente participan más de 93 localidades de Oaxaca, y el Auditorio Guelaguetza ha sido remozado para que más de 11 mil personas disfruten del evento principal.
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La palabra “Guelaguezta” viene del zapoteco guendalizaa que significa “cooperar” o “compartir”. Y aunque el crecimiento poblacional, así como la llegada del turismo nacional y extranjero han expandido la festividad, ésta no ha perdido su sentido original, que es reforzar la identidad de la cultura Oaxaqueña.
La Guelaguetza da inicio el tercer lunes de julio y finaliza el cuarto lunes del mismo mes.