Cleveland, Estados Unidos. Un grupo de adolescentes luchan en la cocina por demostrar quién es el líder de la manada. Jordan Easton tiene ventaja por ser hijo del dueño de la casa.
Sin embargo, parece estar perdiendo la batalla, y en un acto último de desesperación se propone comprobar que tiene un chaleco antipuñaladas en el armario.
La confianza se la da la protección abdominal que integra el fino chaleco, la cual creyó resistiría el cuchillo con el que su mamá rebana la carne.
Sujetó el arma, la alejó de su cuerpo para tomar impulso y con enorme valentía la enterró sobre el chaleco. Sin embargo ésta traspasó la prenda y terminó dándose su propia estocada final.
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El joven de apenas 22 años fue trasladado al hospital de North Tees donde los doctores no pudieron más que retirar los sangrientos centímetros de honor que lo enviaron a otro mundo.
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