Jake Priday, un galés de 25 años procedente de Cardiff, decidió ayudar a Ucrania tras el inicio del operativo militar de Moscú, pero se fue descontento con las estipulaciones del contrato que le ofrecieron.
El hombre, que tenía experiencia militar después de servir seis años en el Ejército británico y participar en misiones en Kenia, Estonia e Irak, se puso en contacto con la Embajada de Ucrania en Reino Unido con el objetivo de poder brindar a ucranianos una capacitación médica básica. “No tengo interés en ser un héroe o en morir”, dijo Priday a los empleados de la misión diplomática.
El mercenario logró llegar a Ucrania el pasado 3 de marzo a través de Polonia, junto con otros voluntarios, algunos de ellos sin experiencia militar.
Priday esperaba que el personal de la base en la que se alojaron evaluara sus respectivas habilidades para asignarles las tareas en función de sus especialidades.
En concreto, el británico creía que le enviarían a un campo de refugiados para que ayudara a los heridos y enseñara a hacer primeros auxilios.
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Sin embargo, los coordinadores explicaron que los mercenarios serían enviados directamente a la primera línea de combate tras una breve etapa de entrenamientos.
Priday optó por renunciar a su idea cuando le ofrecieron firmar el contrato, que estipulaba que recibirían unos 230 dólares al mes, pero tendrían que combatir hasta el final del conflicto.
“Para mí es engañoso. Te venden un sueño: ¡puedes ayudar al pueblo ucraniano!, pero luego te lanzan al peor lugar posible en una zona de guerra”, afirmó Priday a la publicación.
Finalmente, se negó a firmar el contrato y logró convencer a 20 voluntarios para que siguieran su ejemplo.
Tras pasar menos de diez horas en el suelo ucraniano, el hombre abandonó la base y fue hasta la frontera haciendo autostop.
Con información de: EL PAÍS
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