En Milán un concejal cree que el derecho a decir adiós, para los que se van y para los que se quedan, debe cumplirse.
Un anciano postrado en una cama sostiene una tablet mientras respira con dificultad y uno de los médicos del hospital donde está internado lo ayuda a contactarse con uno de sus familiares por medio de una videollamada que, posiblemente, sea la última que haga.
Esta es la historia de cientos de pacientes terminales de coronavirus en Italia, donde se vive un catastrófico momento por la cifra de contagios y muertes que va en aumento por la enfermedad: más de 35.000 casos y cerca de 3.000 fallecidos en menos de un mes y contando.
Al norte de Italia, foco principal del brote, las clínicas están al borde del colapso.
En medio del caos el jefe del Hospital San Carlo de la ciudad de Milán reveló en una entrevista que “el dolor de las personas que ingresaron al hospital y que se internaron en total soledad y aislados de sus familias y amigos, conscientes de lo que estaba a punto de suceder y la falta de medios tecnológicos para que pudiesen hacer videollamadas con sus familiares”.
La historia conmovió a un grupo de afiliados al Partido Demócrata en la zona 6 de Milán, que donaron tablets al hospital y a un hogar de ancianos.
Según el diario local, Musotto ha estado en cuarentena tras haber tenido contacto con un amigo enfermo que ya se recuperó.
En su aislamiento “se sintió culpable por estar en su casa mientras miles de personas en toda Italia están trabajando y luchando incansablemente contra el coronavirus”, por lo que quiso ayudar de alguna manera.
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“La idea de no poder decir adiós me duele más que la muerte misma y hay otras residencias para ancianos, hospitales y hospicios donde ya no existe la posibilidad de decir adiós”, comentó.