La periodista Guadalupe Lizárraga, quien tuviera sus “15 minutos de fama” al denunciar las supuestas irregularidades en el Caso Wallace, hoy se ha alejado de las reglas éticas más básicas del periodismo al atacar en su portal web a periodistas víctimas de amenazas y extorsión, así como al negar al blanco de estos ataques su derecho de réplica consagrado en la Constitución.

Triste es ver cómo periodistas pierden el camino, sea por necesidades económicas o por la necesidad de “atraer vistas” tan propia de estos tiempos de redes sociales, y que dan espacio a la calumnia e incluso a los ataques a la prensa, sin hacer su trabajo de investigación o siquiera querer contactar al blanco de sus ataques. Más trágico todavía es cuando quien incurre en esta conducta fue a su vez víctima de acoso por su labor periodística, como es el caso de Guadalupe Lizárraga.

Todo ello, en defensa de Carlos Mimenza Novelo, un empresario millonario con nexos políticos y quien ambiciona la presidencia municipal de Solidaridad, pero quien se ha caracterizado por su carácter belicoso, lanzando advertencias o amenazas en contra no solo de figuras públicas, sino también de medios de comunicación que no publican lo que él desea.

Ya con denuncias penales en contra, y sin credibilidad alguna en el estado, Mimenza Novelo viajó a Ciudad de México a finales de octubre, para dar una conferencia de prensa en la que presentaría “pruebas irrefutables” de corrupción gubernamental, pero en la que únicamente lanzó acusaciones sin respaldo alguno. Casi todos los medios convocados optaron por ignorar a este personaje (no se pueden publicar calumnias sin sustento), pero entre las pocas excepciones, está el portal Los Ángeles Press, de Guadalupe Lizárraga.

Aquí es importante incluir el testimonio del portal HansDigital, cuyo reportero dio cuenta de este peculiar evento y de cómo al finalizar, Mimenza “se dedicó a saludar a los reporteros asistentes para después comentarles: ‘mándame un WhatsApp para que pongas una cifra de como te podemos ayudar y gracias por venir’”.

“La cara de sorpresa de muchos reporteros de oficio fue constante y mejor pasaron a retirarse antes de ser “chayoteados” por quién en todo el evento aseguró que pretende “combatir la corrupción””, añade.

No se trata de un hecho aislado, pues en Quintana Roo, para realizar una protesta en Chetumal, Carlos Mimenza no solo “acarreó” a los manifestantes desde Cancún, sino que también llevó consigo a un grupo de reporteros, quienes también fueron “apoyados” en sus gastos y por la molestia.

Sin embargo, en el caso de la Ciudad de México, el dato de que “muchos” (no todos) reporteros prefirieron huir ante el soborno ofrecido es interesante, pues Ramsés Ancira, el reportero de Lizárraga, sí publicó tal cual todas las descabelladas acusaciones de Mimenza Novelo, pero no sólo eso, sino que fue más allá y además calumnió a Ariel Urtaza, periodista quintanarroense, quien fue amenazado y extorsionado por Mimenza y por ello está ingresado al mecanismo de protección a periodistas.

Lo anterior, sin que tuviera relación alguna con la nota publicada; únicamente fue añadido para dañar la imagen pública de este periodista, supuesto “enemigo” (en realidad víctima) de Mimenza.

De forma privada, Ariel Urtaza contactó a Lizárraga para expresarle su consternación al verse calumniado en su medio, sin que lo hayan contactado previamente, y todo en defensa de una persona grabada en audios y en videos lanzando amenazas en su contra y en contra de terceros. Incluso, Artículo 19, la misma asociación que en su momento ayudó a Lizárraga cuando era víctima de acoso, intervino en favor de este periodista quintanarroense.

La periodista, sin embargo, se negó a cambiar la versión publicada en su portal, e incluso acusó a Urtaza sin sustento alguno a estar detrás de una campaña mediática y de tener presencia en la conferencia mañanera del presidente, algo que no es verdad. Para entonces, ella ya estaba volcada totalmente a favor de Mimenza Novelo, replicando en sus redes sociales las acusaciones de este empresario.

Por ello, de manera formal se solicitó el Derecho de Réplica, tal como está consagrado en la constitución y las leyes mexicanas, pero también esto fue ignorado por Lizárraga, algo que tendrá consecuencias legales para ella y su medio.

Ariel Urtaza, apegado siempre a derecho, dio curso legal a la extorsión de la que era víctima, y por ello, el pasado 18 de noviembre, Carlos Mimenza Novelo fue detenido en Mérida, justo antes de abordar un avión, tal vez para sustraerse de la acción de la justicia. La denuncia contra Mimenza Novelo sí contaba con todas las pruebas, por lo que un juez ya determinó vincularlo a proceso.

También te puede interesar: Cumplen nueva orden de aprehensión contra Carlos Mimenza

Las segundas partes nunca son buenas. Si bien Lizárraga obtuvo prestigio y atención mediática por las supuestas irregularidades cometidas en la investigación del Caso Wallace, yerra por completo tratar de replicar este éxito aliándose con un supuesto “activista opositor de gobierno”, quien en realidad es un acosador de la prensa, ya con una sentencia en contra y con otra en proceso.

Esperemos recapacite. Mimenza desde su celda difícilmente podrá continuar brindando sus “apoyos”.