Playa del Carmen,Quintana Roo.-Jornadas intensas de 12 horas, trabajan algunos de los siete hombres que aún conservan una tradición centenaria en Playa del Carmen, que es el oficio del bolero.
Hacen milagros
Estos hombres con su caja de utensilios conocidos con grasas de diversos tipos y colores, tintas, cepillos, brochas, jabones y demás artilugios, se ubican en la calle 30 con Av. Juárez, para dejar reluciente el calzado que se ve como nuevo aunque ya tenga varios añitos y eso parece ser un auténtico milagro.
De acuerdo con Jorge Córdoba Rodríguez, bolero de oficio, los días que hay mucho trabajo son los sábados porque salen los albañiles que son los que también se bolean, la gente de pueblo que llega a que le den una ‘boleadita’.
“Normalmente son los señores de los pueblos que llegan a solicitar el servicio, la chamacada no tanto y los gringos no, más que nada atendemos a ciudadanos trabajadores“, explicó este bolero.
Son siete boleros, la mayoría originaria de Tabasco, los que se ubican en esta esquina donde según Don Jorge, antes rentaban sillas para bolear pero “salen muy caras y ya no se pudo porque había también que pagar permisos“. En vez de eso, la gente se sienta en una bardita y estira su pie, para que sus zapatos sean lustrados.
Entre boleros se apoyan
El entrevistado explicó que entre los boleros que se ubican en este punto hay sana competencia, se coordinan en turnos para atender a los clientes.
Don Jorge Córdoba lleva una larga jornada. “Me levanto temprano porque vivo en Puerto Maya, llego a las 8 de la mañana a mi lugar de trabajo en Playa del Carmen y termino a las 8 de la noche. Es variable la cantidad de trabajo entre 10 y 15 pares, porque somos varios y no solamente boleamos, sino que también ‘costuramos’ los zapatos“.
“Para todos los trabajos usamos la misma herramienta y depende de cada quien como le eche ganas al ciudadano del calzado de clientes de los que llegan de todo tipo, bromistas, enojados y uno no sabe luego cómo les fue. Muchas veces vienen y se relajan un poco en la limpieza del calzado, cuya boleada puede costar 25 pesos y 30 pesos la pintada; la costura sale en cerca 100 pesos“, explicó.
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En este lugar se limpia el calzado a los zapatos de gamuza, de cualquier color que se necesite: rojo, vino, blanco, miel, azul, todos son materia para estos boleros. “Estamos cada uno independiente, cada quien con su material trabaja“.
Este oficio que en México tuvo su apogeo en los años 40s, podría no contemplarse al pensar en Playa del Carmen, donde muchos usan sandalias o tenis, pero Don Jorge y sus compañeros boleros son parte de la diversidad de esta ciudad y a tienden al sector trabajador y ciudadanos que quieren laborar y verse impecables con los zapatos bien lustrados.