Una emprendedora de artículos hechos a base fibras de bambú y coco reveló lo que pagó por dos stories a una famosa influencer y las casi nulas ventas que logró a cambio.
La inversión de la emprendedora acabó muy mal y como en la mayoría de estos casos, omitió el nombre de la influencer por miedo a represalias.
El pago por el servicio de influencers se ha convertido en todo un reto, pues en la medida en que se lleva a cabo la compra de servicios y se mide la efectividad de lo que comunican, en esa proporción es que se ha consolidado este mercado.
Tal es el casos como el de una empresaria en la venta de derivados de coco y bambú, quien ha denunciado el peor caso de inversión en influencers, al recordar que tras pagar 16 mil pesos por dos stories de una personalidad de Instagram, sólo logró vender 3 platos de coco.
La historia se ha convertido en un pésimo antecedente de lo importante que se ha vuelto el mercado en la actualidad y cómo se definen actividades, con base en las cuales se ha podido entender el mercado.
A decir de Oh My Coco, cuenta que suma más de 583 mil seguidores en Tiktok, pagó 16 mil pesos por dos stories de una conocida influencer, cuya identidad no reveló por miedo a represalias.
Tras la publicación de las stories el mensaje fue escueto y se comunicó mal a la marca, llevándose la peor mención en redes sociales.
El resultado de la campaña acabó mal y lo más importante es que la traducción de las menciones a ventas fue pésimo, ya que la marca solo logró vender tres platos de coco y al reclamar a la agencia por lo logrado, esta enmudeció.
Otros casos de estafa
Esta no es la primera vez que se denuncian casos de este tipo, en enero de este año, la empresaria Fernanda Gotte llevó una denuncia a su cuenta de Tiktok, calificando de “ciberedecanes” a las influencers, por el pésimo resultado de las menciones comerciales que hacen en sus redes, además de la pésima relación que mantienen con los clientes que las contratan.
Gotte recordó que invirtió 6 mil pesos en una pauta con una influencer al inicio de la contingencia sanitaria (2020), situación que acabó mal cuando escogió un paquete donde solo publicaba historias.
“Literalmente si te das cuentas las influencers son ciberedecanes o ciberactrices, como las quieras llamar”, lamentó en su crítica tras recordar que luego del pago no se cumplieron los términos de las stories.
A estas denuncias se suman otros casos como el del diseñador Eduardo Blas, quien exhibió las pésimas prácticas que realizan los influencers con la ropa de diseño que se les presta.
“Les prestamos ropa, con tiempo para venir a probarse escogerla y para entregarla es un pedo, presté desde los Elliot y supuestamnte no tienen tiempo para entregarlos”, dijo Eduardo, criticando no solo la forma de actuar de los influencers, también la actitud de las agencias que los representan y sirven de contacto con los diseñadores.