El desvío de recursos, producto de la corrupción, involucra a toda la sociedad porque el dinero público pasa a manos de particulares, partidos políticos y campañas de candidaturas.
En el 2015 Quintana Roo ocupaba el lugar 32, de 32 estados, en el índice de transparencia; es decir, era el estado más opaco del país y por consecuencia, con una gran corrupción.
En 2016 pasó al lugar 22 y actualmente ocupa el tercer lugar en el Índice de Transparencia, como resultado de su sistema anticorrupción que ha evitado desvío de recursos públicos.
El sistema anticorrupción de Quintana Roo ha sido puesto como ejemplo a nivel nacional, lo que le valió el primer lugar en Información del Ejercicio del Gasto 2021, otorgado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
¿Y eso en qué me ayuda?
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La transparencia combate la corrupción en el gobierno y también en particulares que se benefician de la opacidad en las dependencias públicas.
La corrupción impide que lleguen medicamentos a los enfermos, imposibilita la construcción de escuelas, provoca que los caminos desaparezcan con las lluvias y vacía las arcas públicas porque el dinero que aportamos los ciudadanos se desvía a cuentas particulares.
Y no sólo eso, la opacidad y corrupción ahuyenta a los inversionistas, disminuye los empleos, reduce los ingresos de las familias, socava la estabilidad y provoca violencia social.
La transparencia, contraria a la opacidad, refuerza el carácter democrático porque la administración pública queda sujeta al control ciudadano.
Es lo que se llama un Gobierno Abierto, índice en el que Quintana Roo pasó del último lugar (posición 32 de 32 estados) que ocupaba en 2015, a ser el tercer gobierno más abierto de México.
