Las ratas y ratones han cargado durante siglos con una reputación desfavorable: son portadoras de enfermedades y se asocian con ambientes insalubres, y pocas personas han reparado en la inteligencia y el abanico de habilidades que poseen esos roedores.
Las investigaciones científicas llevan años confirmándolo; no obstante que en los últimos tiempos ha habido un tímido aumento de respeto hacia las inesperadas cualidades de las ratas domésticas (Rattus norvegicus), sigue siendo un animal con un estigma notable.
Por ello, el trabajo de la organización no gubernamental (ONG) Apopo (en neerlandés: Anti-Persoonsmijnen Ontmijnende Product Ontwikkeling, que se traduce como Desarrollo de Productos para la Detección de Minas Antipersonales), destaca por su enfoque innovador en la colaboración entre especies.
Esa organización demuestra cómo las ratas pueden convertirse en aliadas vitales en la detección de amenazas y enfermedades que ponen en peligro la vida de millones de personas, estableciendo una relación de cooperación interespecífica poco común.
La rata gigante africana, conocida científicamente como Cricetomys ansorgei, no debe confundirse con su pariente, la de Gambia (Cricetomys gambianus).
Esos roedores son sustancialmente grandes, con machos que pesan entre 1.5 y 2.0 kilogramos, mientras que las hembras tienen un peso ligeramente menor, oscilando entre 1.2 y 1.6 kilos.
Desde la nariz hasta la punta de la cola, alcanzan una longitud de aproximadamente 70 a 80 centímetros, lo que les confiere una apariencia imponente.
Adiestramiento
La organización se desarrolló con el apoyo de la Universidad de Agricultura de Sokoine en Tanzania y la Cooperación Belga para el Desarrollo, y en la actualidad es la encargada de entrenar a esas especies cuyo éxito ha sido reconocido en todo el mundo.
Fundada en 1997 por Bart Weetjens, un ingeniero belga apasionado por los roedores desde su infancia, la organización nació con la convicción de que las ratas serían un recurso ideal para la detección de minas antipersona y la identificación de la tuberculosis.
Esas HeroRats, como las llama Apopo y del tamaño de un gato doméstico, han demostrado ser asombrosamente efectivas y una opción más segura y económica en comparación con otros métodos tradicionales.
En un inicio, las ratas africanas fueron adiestradas para hallar explosivos terrestres, siendo muy eficaces por su agudo sentido del olfato y su capacidad para trabajar rápidamente, incluso aventajando a los perros entrenados.
La rata gigante africana tiene además plasticidad física, curiosidad e inteligencia, ya no para esparcir enfermedades, sino para detectar minas terrestres en zonas de guerra, ayuda al diagnóstico de la tuberculosis, o incluso como respuesta en algún desastre natural.
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Las ratas viven un promedio de ocho años, son entrenadas durante un año, lo que representa una inversión a largo plazo. Su inteligencia y curiosidad las convierte en buenas estudiantes, capaces de adaptarse a nuevas tareas.
El rendimiento de las ratas es influenciado por varios factores, incluyendo su salud, el entorno y las condiciones climáticas.