Apenas tiene 21 meses, pero su talento ya deslumbra en el mundo del arte. “Pulgarcita“, una pequeña artista japonesa, ya protagoniza su primera exposición en Tokio, donde sus pinturas abstractas alcanzan precios de hasta 230 dólares.
La galería Decameron, ubicada sobre un bar en el popular barrio de Kabukicho, es el escenario que acoge las obras de esta pequeña, que pinta con energía y una notable soltura. A pesar de su corta edad, sus cuadros son descritos como “infantiles pero sorprendentemente hábiles” por Dan Isomura, director de la galería.
Isomura, quien también fue el responsable de presentar a los padres de Pulgarcita —ambos dedicados al arte—, recuerda su primera impresión al ver las piezas: “Me impactó, son auténticas obras de arte”.
En su hogar, el espacio está lleno de lienzos y manchas de pintura. La madre de Pulgarcita, una refugiada ucraniana que llegó a Japón tras huir de la guerra en el Donbás, la acompaña en su proceso creativo, abriendo los tubos de pintura y supervisando con cariño cada trazo.
Artista especializada en caligrafía japonesa, la madre bromeó sobre sentir cierta “envidia” por el éxito de su hija, aunque también afirma estar “feliz y orgullosa” de verla triunfar. “Antes creía que ella me ayudaría en mi trabajo, pero ahora yo soy su asistente”, contó entre risas.
El destino unió a la madre de Pulgarcita y a Isomura en un vuelo hacia Japón en 2022, después de que ella buscara refugio tras el inicio de la invasión rusa. La conexión entre ambos artistas floreció rápidamente, al punto de cambiar sus vidas para siempre.
Las primeras obras de Pulgarcita parecían simples juegos de una bebé, pero al observar su manera de decidir cuándo una pintura estaba terminada o qué colores prefería usar, Isomura notó una intención artística genuina.
Aunque algunos podrían cuestionar la influencia de su madre en el proceso, Isomura defiende la autenticidad de las piezas. “Para un bebé, la madre es una extensión de su propio ser”, afirmó.
La exposición, que estará abierta hasta mediados de mayo de 2025, recibe visitantes en un horario poco convencional: de 8:00 de la noche a 5:00 de la mañana, cuando la joven artista ya está en casa durmiendo.
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Entre los asistentes, muchos reconocen el encanto único de las obras. “Ella pinta sin preocuparse por el juicio de los demás, algo que nosotros, como adultos, hemos olvidado”, comentó Yuri Kuroda, uno de los visitantes que se confesó tentado a adquirir una de sus piezas.
Con información de Milenio.