Los tiburones, conocidos por poseer una de las dentaduras más letales de la naturaleza, podrían enfrentar un nuevo desafío del que no tienen defensa: la acidificación de los océanos. Según un estudio reciente, este fenómeno estaría debilitando la estructura de sus dientes, haciéndolos más frágiles y con mayor riesgo de romperse.
Aunque los tiburones tienen la capacidad de regenerar continuamente sus dientes a lo largo de su vida, este mecanismo podría no ser suficiente frente al avance de los cambios en la química marina. Investigadores advierten que el calentamiento global y el incremento de la acidez del agua representan una seria amenaza para la resistencia de sus principales armas de caza.
La investigación, publicada en la revista Frontiers in Marine Science y realizada por un equipo de la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf (Alemania), analizó cómo el incremento de dióxido de carbono en la atmósfera afecta directamente a los dientes de estos depredadores marinos. “Los dientes están diseñados para desgarrar carne, no para soportar condiciones ácidas”, explicó el científico Maximiliam Baum.
Los especialistas recordaron que la acidificación oceánica ocurre cuando el pH del mar disminuye a causa de la absorción de CO2, lo que genera un ambiente más corrosivo. Actualmente el promedio del pH marino es de 8,1, pero de continuar esta tendencia podría descender a 7,3 hacia el año 2030, lo que implicaría una acidez hasta 10 veces mayor.
Para evaluar los efectos de este proceso, los científicos trabajaron con dientes de tiburón de arrecife de punta negra, una especie que nada con la boca abierta de forma constante para respirar. Se utilizaron piezas recolectadas en un acuario, sometiéndolas durante ocho semanas a tanques con diferente nivel de pH.
Los resultados fueron contundentes: los dientes expuestos a un ambiente más ácido mostraron daños visibles en la superficie, como grietas, perforaciones y una mayor corrosión en la zona de las raíces. Además, se detectó una pérdida de la integridad estructural en comparación con los que permanecieron en un pH de 8,1, señaló el investigador Sebastian Fraune.
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Cabe aclarar que el estudio se realizó únicamente con dientes desechados y mineralizados, lo que impidió observar los procesos de reparación que ocurren en organismos vivos. Sin embargo, los expertos consideran que, aunque los tiburones puedan reemplazar o remineralizar piezas dañadas, este proceso podría volverse más costoso energéticamente en aguas con mayor acidez.
Finalmente, los científicos advirtieron que incluso reducciones moderadas del pH podrían impactar en especies con ciclos de reemplazo dental más lentos, lo que aumentaría la vulnerabilidad de algunos tiburones a lo largo del tiempo. Por ello, recalcaron la importancia de mantener la química oceánica lo más cercana posible a los niveles actuales.
Con información de DW US Spanish.