¿Qué tan poderoso puede ser el deporte para cambiar algo más que solo un marcador? No me refiero únicamente a ganar campeonatos, sino a construir comunidad, responsabilidad social, unión familiar y trabajo en equipo, y todo eso puede salir de una empresa que no ve el deporte como gasto, sino como inversión.
RESPONSABILIDAD EMPRESARIAL EN EL DEPORTE Y SENTIDO HUMANO
Cuando una compañía decide incentivar a sus colaboradores a ver el deporte como parte de la vida, a moverse, a tener torneos internos o competencias comunitarias, no solo está cuidando la salud física. Está diciendo: “me importas como persona y no solo como empleado”. Esa sensación de pertenencia genera vínculo.
Además, cuando invita a la familia, el efecto es aún más profundo: padres, hijos, esposos, abuelos, tíos… ¡todos se involucran! Eso refuerza la unión familiar. Y en el ámbito laboral, un partido de futbolito o una carrera no oficial pueden fortalecer la cultura de equipo, la comunicación, la colaboración. Y ahí la empresa se hace parte de una comunidad.
EJEMPLOS A SEGUIR EN MÉXICO Y EN QUINTANA ROO
En México tenemos ejemplos bien interesantes. Por un lado, Grupo Bimbo ha hecho del deporte parte de su responsabilidad social con iniciativas como el Futbolito Bimbo, un torneo infantil que no solo promueve la actividad física, sino valores como respeto, tolerancia y compañerismo.
También organiza la Bimbo Global Race, una carrera con causa donde cada kilómetro corrido se transforma en donaciones de pan para quienes lo necesitan. Además, esta empresa patrocina a atletas olímpicos y paralímpicos, lo que demuestra un compromiso a largo plazo con el talento deportivo mexicano.
Por otro lado, aunque Grupo Carso no siempre se asocia de inmediato con “deporte”, su fundación tiene programas dedicados al desarrollo integral, incluyendo educación, salud y recreación. Al apoyar actividades extraescolares o comunitarias, crean espacios para que sus colaboradores y sus familias crezcan más allá del trabajo.
Y aquí en Quintana Roo, la concesionaria local del agua potable ha dado pasos muy interesantes en materia de deporte: ha organizado el Rally del Agua —un evento deportivo-recreativo que se realizó en Isla Mujeres con desafíos físicos, mentales y conocimiento ambiental— que ya llegó a su decimoséptima edición.
Este rally promueve la conciencia sobre el agua, el trabajo en equipo y la participación ciudadana. Además, la misma concesionaria de agua en Quintana Roo ha impulsado torneos de futbol relámpago (“Cascarita en tu colonia”) para más de 400 jugadores en distintas categorías, generando espacios de convivencia para familias enteras.
¿PARA QUÈ INVERTIR EN EL DEPORTE?
Entonces, ¿por qué es tan valioso que las empresas inviertan en deporte y actividades físicas para su gente y la comunidad? Aquí van algunas reflexiones:
- Salud integral: al fomentar el deporte, ayudan a prevenir enfermedades, reducen el estrés y mejoran la calidad de vida.
- Responsabilidad social real: no es filantropía vacía, sino una forma de contribuir a la comunidad de manera activa.
- Cultura organizacional más fuerte: los equipos que compiten fuera de la oficina aprenden a colaborar, a comunicarse y a apoyarse, cualidades que también se traducen al trabajo diario.
- Impacto familiar: cuando invitas a la familia, no solo mejoran la calidad de vida de tus colaboradores, sino que fortaleces lazos comunitarios.
- Legado y reputación: las empresas que hacen esto no solo están “haciendo algo bonito”, sino construyendo reputación, un legado social que va más allá de sus productos o servicios.
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Así que, en resumen, el deporte puede ser una herramienta increíblemente poderosa para las empresas que quieren ir más allá del utilitarismo económico. No es solo mover piernas: es mover conciencias, unir comunidades y fomentar valores que nos hacen mejores, tanto dentro como fuera del campo.
