El cierre de año no siempre llega acompañado de celebración. Para muchas personas, diciembre activa sentimientos de tristeza, depresión, nostalgia o malestar emocional que contrastan con el llamado “espíritu navideño”.
Este fenómeno es conocido como depresión estacional y puede manifestarse con mayor fuerza durante las últimas semanas del año.
En entrevista, el psicólogo clínico y psicoterapeuta Alan Joel Iturio explicó que la depresión estacional cuenta con respaldo científico y se relaciona tanto con factores biológicos como con procesos emocionales y simbólicos propios del fin de ciclo.
En regiones donde el invierno es más intenso, suele asociarse a la disminución de luz solar; sin embargo, en países con climas más cálidos, el impacto se vincula principalmente con lo emocional.
“El fin de año implica un cierre de ciclo espiritual, emocional y personal que puede caer de golpe”, señaló el especialista.
En este periodo, muchas personas hacen un balance de lo que lograron y lo que quedó pendiente, lo que puede detonar frustración, tristeza o sentimientos de fracaso.
Uno de los factores que intensifican este malestar es la presión social por mostrarse positivo y exitoso. De acuerdo con Alan Joel Iturio, la idea de que siempre hay que “estar bien” o que “todo se puede” choca con la realidad personal cuando termina el año.
“Muchas personas sienten que no cumplieron expectativas profesionales, económicas o personales, y ese choque con la autoexigencia puede profundizar los síntomas depresivos”, explicó.
El especialista aclaró que no existe un plazo exacto para definir cuándo la tristeza se convierte en un problema clínico, pero sí hay parámetros de alerta. Si los síntomas persisten por más de seis meses, la situación requiere atención; cuando el malestar se extiende por un año o más, ya se considera una depresión crónica que necesita intervención profesional.
Además, advirtió que muchas depresiones permanecen “enmascaradas”, ya que las personas continúan con su rutina diaria sin reconocer el problema hasta que llegan periodos como las vacaciones o el fin de año, cuando el ritmo disminuye y las emociones emergen.
Lejos de evitarla, permitir la tristeza también forma parte del proceso de sanación. Alan Joel Iturio subrayó que validar emociones, aceptar el duelo y reconocer el cierre de ciclos ayuda a procesar aquello que no pudo atenderse durante el año. “No todo se resuelve con optimismo forzado”, afirmó.
Para familiares y amigos, el acompañamiento resulta clave. El psicólogo recomendó priorizar la escucha activa y evitar frases como “échale ganas”, que pueden invalidar el sentir de quien atraviesa un momento difícil. “La persona necesita ser escuchada, no corregida”, explicó.
En el caso de adolescentes y jóvenes, Alan Joel Iturio alertó sobre señales que no deben ignorarse, como insomnio constante, dolores corporales, despertares nocturnos o dificultad para expresar emociones.
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Ante estos síntomas, recomendó buscar redes de apoyo y acudir a servicios psicológicos, disponibles incluso de forma gratuita en universidades o centros de salud.
Finalmente, el especialista recordó que pedir ayuda no es un fracaso. Al contrario, permite identificar si el malestar es pasajero o si requiere atención profesional.
Fuente: UnoTv
