PLAYA DEL CARMEN, MX.- “Mi amigo corrupto” es una frase acogida por el empresario Carlos Mimenza Novelo. No lo dice de manera sarcástica, sino literal, pues antes de emprender su cacería de brujas fue amigo personal durante 17 años de quienes hoy denuncia.

Al menos esperó Carlos Mimenza 17 años para denunciar

Si tanto le indigna la corrupción, el desvío de recursos, la impunidad, ¿Por qué espero tanto para denunciar?. Los recursos económicos para emprender cualquier acción jurídica los tiene.

Aunque acusa públicamente, en los documentos que presenta no da nombres. Se esperó hasta que sus “amigos corruptos” dejaron el poder, abatidos en las elecciones del año pasado para levantar el dedo y señalar.

Pero, mientras tanto, esos 17 años se benefició con el poder, con los “amiguismos”, con los privilegios al enriquecerse ilícitamente con la especulación de tierra. De manera irregular, vendió predios a un costo excesivo, pues contaba con información privilegiada de primera mano de los gobiernos de Benito Juárez, Solidaridad y Quintana Roo.

Es evidente que altos mandos le filtraban información y los documentos que hoy le sirven para denunciar a sus “amigos corruptos”. Más daño no les puede hacer a Roberto Borge y Mauricio Góngora, ellos eran sus amigos corruptos a los que no les perdona que hayan perdido, ya que él también perdió.

¿Por qué Carlos Mimenza esperó 17 años para denunciar? La respuesta la tendremos si en las elecciones del próximo año se apunta como candidato.

Mimenza fue socio del ex presidiario Carlos Trigos Perdomo

Como mencionamos líneas anteriores, Carlos Mimenza formaba parte de la corrupción. Fue socio del ex tesorero de Benito Juárez Carlos Trigos Perdomo, quien fue encarcelado por el delito de peculado por más de 87 millones de pesos en el año 2012, como publicó en su momento el diario Por Esto.

Mimenza operaba las transacciones de compraventa en Cancún y Playa del Carmen. Es así que con información privilegiada obtenida de sus amigos como Trigos Perdomo, compraba terrenos irregulares para posteriormente regularizarlos y dotarlos de densidad, vendiéndolos a precios exhorbitantes. Muchos de esos predios eran ejidales.

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Carlos Mimenza se enriqueció con la especulación de la tierra en la Riviera Maya y sigue queriendo más rajadas del pastel.