Una Plaza de Toros llena y con la presencia de la dinastía Fernández, El Potrillo, Alejandro Fernández se presentó en el recinto para realizar un homenaje a su padre, Vicente.
Nombrado como “De Rey a Rey”, Alejandro interpretó poco más de 25 temas que fueron inmortalizados por el fallecido cantante.
Ataviado con un traje de charro negro con hilos dorados, sombrero en mano y un bigote que hacía recordar no sólo a su padre, sino también a su personaje en la cinta Zapata, de Alfonso Arau, Alejandro Fernández no perdió la oportunidad de hacer cantar a todo pulmón al público con un popurrí de Voy a navegar y Las llaves de mi alma, y aprovechó para lanzarle un beso a su familia.
Y pareciera que el legado más grande que dejó don Vicente no fue sólo su voz, sus canciones y su presencia, sino su familia, que se muestra siempre unida en lo que se refiere a cualquier asunto del patriarca, y esta vez no fue la excepción cuando los Fernández y el público se unieron en una voz para cantar Mi ranchito y Estos celos, haciendo vibrar la Plaza de Toros, y por qué no, dándole un traguito al tequila, por supuesto, de la cava familiar.
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“Muy buenas noches, México, de verdad ésta es una de las noches más importantes de mi vida y especiales, tengo el corazón a punto de salirse de mi pecho y como escribí hace unos días, tuve la suerte de nacer con dos grandes bendiciones: la primera ser mexicano, y la segunda ser Fernández.
“Hoy vamos a celebrar la gran vida del charro de México, el gran Vicente Fernández. Viva Vicente Fernández, viva la música y el tequila, Viva México. Hoy vamos a cantar todas las canciones de Vicente a todo pulmón”, lanzó Alejandro Fernández recibiendo como respuesta no sólo los vivas correspondientes, sino también una ovación ensordecedora que no paró.
Así llegaron Que te vaya bonito, Por tu maldito amor, Bohemio de afición, De un rancho a otro y La derrota, canciones que hicieron vibrar a cada uno de los presentes, porque cada uno de esos temas tiene una historia con alguna persona de la audiencia.
Pero un homenaje al Charro de Huentitán no podía existir sin clásicas como Hermoso cariño, La ley del monte, De qué manera te olvido, Mujeres divinas, El rey, A mi manera y Volver, volver, con las cuales Alejandro Fernández abrazó el cielo y llevó a 45 mil personas a hacer lo mismo.