Hace más de 20 años, tres niños lograron conmover a la comunidad científica del mundo cuando sus restos fueron encontrados cerca de la cima del volcán Llullaillaco, en Salta, Argentina.
Pero lo llamativo no fue solo el hallazgo de estos infantes, sino su estado de conservación y el misterio detrás de su curiosa aparición.
En 1999, una expedición dirigida por Johan Reinhard, explorador de la National Geographic Society junto a su colega Constanza Ceruti, de la Universidad Católica de Salta, descubrió los cuerpos de tres niños en lo alto del volcán Llullaillaco. Estos tres pequeños eran de origen inca y fueron ofrendados a la montaña como parte de un ritual sagrado conocido como “capacocha”, más de 500 años atrás.
En esa ceremonia, los incas llevaban a los niños en una extensa procesión que partía desde Cuzco hasta la montaña -donde fueron sepultados los cuerpos, a 6739 metros de altura- con el objetivo de “entregarlos” a los dioses.
Para los incas, en la ‘capacocha’ los niños no morían, sino que era un tránsito para encontrarse con los ancestros y convertirse en dioses protectores de las comunidades asociadas a esas montañas, que para ellos eran sagradas
El Llullaillaco es el sitio arqueológico más alto del mundo, es una plataforma ceremonial. Cada niño se encontraba en una pequeña tumba individual a 1,80 metros de profundidad. Estaban enterrados y rodeados de una serie de objetos que constituían su ajuar
“La doncella”, de aproximadamente 15 años de edad, pudo haber sido una de las mujeres elegidas como “vírgenes del sol” por los incas
Actualmente se resguardan los restos en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta.
(Con información de Facebook: Arqueología virtual).