Mundo.- Los avances de la tecnología han hecho posible tener redes sociales y mensajería instantánea. Hoy más que nunca es posible comunicarse con personas en todas partes del mundo.
Si bien el progreso representa una gran ventaja, también ha ocasionado problemas nuevos. Uno de ellos es la desinformación, también conocido como “fake news”. La divulgación de noticias falsas ha causado más de un problema en todo el mundo. Es por ello que se explicará un poco más sobre el tema.
La Fundación Gabo, a través de Red Ética Periodística, definen las Fake Nwes como “toda aquella información fabricada y publicada deliberadamente para engañar e inducir a terceros a creer falsedades o poner en duda hechos verificables”.
Gran parte de estos contenidos se propagan a través de bots o cuentas falsas de las redes sociales y sitios no verificados.
No existe un proceso de verificación
Actualmente cualquiera puede inventar una noticia que suene verosímil, enviarla por WhatsApp e influir negativamente en la gente. Quizás parezca un poco extremo, pero ¿cuántos de nosotros no hemos recibido un audio de alguien que ni sabemos quién es? Casi siempre alegan estar vinculados a algún personaje importante. La cuestión es que no hay forma de comprobarlo.
En las agencias de noticias hay unos pasos que se deben seguir para constatar la veracidad de la información. Nada de eso se cumple en el contexto individual. Es decir, una persona que no es periodista no conoce las herramientas usadas para verificar una noticia. Y aun así, sin comprobarla, la riega por las redes sociales.
Fomenta las posturas extremas
La posverdad (como también se conoce) tiene el potencial de llevar al extremo ideologías nocivas. Por ejemplo, es probable que una persona con prejuicios contra los inmigrantes reciba noticias para exacerbar sus preocupaciones. Lo que, si no se ataca a tiempo, termina “justificando” ataques y arremetidas.
Ataques basados en teorías conspirativas
Como bien relata este artículo, existen consecuencias tangibles por los efectos de la desinformación. Se han reportado casos de personas que se creen tanto las “fake news” que terminan actuando en base a ellas. No hay que decir el daño que le podría causar a la sociedad.
Nunca antes se había notado tanto el efecto pernicioso de las noticias sin base. Hasta hace pocos años solo los principales periódicos divulgaban las noticias.
Además de los canales noticiosos, por supuesto. En los tiempos que corren existe una democratización de la información.
Confusión entre la verdad y la mentira
Incluso altos representantes de gobiernos democráticos han declarado falsas verdades. En un esfuerzo por ser elegidos para ser presidentes (u otros cargos) emiten opiniones que no son del todo válidas. Esta situación conlleva el riesgo de hacer borrosa la línea entre lo que es cierto y lo falso.
Falta de una respuesta adecuada de parte de las redes sociales
Como Facebook, Twitter e Instagram son las principales plataformas, muchos aprovechan de divulgar información de acuerdo a sus intereses. En otras palabras, personas malintencionadas priorizan promover sus ideologías por encima de la verdad.
De hecho, en ocasiones disfrazan sus mensajes como la verdad, al mismo tiempo que tildan las objeciones como “fake news”. Es una realidad que nos obliga a comprobar los rumores antes de esparcirlos. Por esta y muchas otras razones, vale la pena aprender sobre la posverdad y entender cómo hacerle frente.
Recomendaciones para no caer en la Fake News
Cuestionar: revisa el origen de los mensajes que te llegan, en especial de cadenas, y trata de entender no sólo quién los manda sino, sobre todo, por qué y para qué puede haberlo hecho.
Verificar: corrobora los hechos y datos, consulta otras versiones o fuentes en sitios de referencia, como medios periodísticos profesionales, y trata de contrastar la información de mensajes o cadenas.
Reflexionar: tómate el tiempo para pensar, antes de responder o reenviar un mensaje y determina si agrega valor o profundidad al diálogo colectivo.
Aceptar la pluralidad: reconoce que mientras más personas participen, y más distintas sean sus procedencias y perspectivas, más cualificada será la conversación pública.
Asumir responsabilidad: entiende que la diseminación del miedo y el odio no fomentan una buena comunicación y que calumniar o injuriar son actos reprochables y hasta delitos sancionables.
Cuídate: sospecha de los mensajes que de manera evidente buscan despertar tu indignación o rabia.