La NASA confirmó que perdió contacto con la sonda orbital marciana Maven, una nave que durante más de una década aportó información clave para comprender cómo Marte evolucionó desde un mundo posiblemente húmedo hasta el desierto helado que se observa hoy.
Si bien la noticia se conoció en las últimas horas, la interrupción ocurrió el 6 de diciembre, justo después de que la nave pasara por detrás del planeta, un movimiento previsto dentro de su órbita.
Lo que debía ser un tramo de rutina terminó convertido en un desafío inesperado: cuando Maven volvió a la vista de la Tierra, los controladores no lograron recibir ninguna señal.
La agencia espacial detalló que antes de ese momento todos los sistemas funcionaban dentro de los parámetros esperados. La telemetría previa no mostró fallas y eso vuelve más desconcertante el silencio.
El 9 de diciembre, la NASA informó que estaba investigando la causa y que continuaba intentando establecer contacto. El comunicado incluyó un mensaje que sintetiza la urgencia: “Los equipos de control y funcionamiento de la nave espacial están investigando la anomalía para encontrar una solución. Informaremos a medida que sepamos más”.
Y agregaron: “La telemetría de MAVEN había mostrado que todos los subsistemas funcionaban con normalidad antes de orbitar tras el Planeta Rojo. Tras emerger de Marte, la Red de Espacio Profundo de la NASA no observó señal”.
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La pérdida de comunicación implica algo más que la ausencia de datos científicos. Maven es también un enlace vital entre la superficie marciana y nuestro planeta: su antena UHF retransmite información de los rovers Curiosity y Perseverance, que estudian el suelo, las rocas y la atmósfera baja.
Su rol dentro de la red marciana convierte este episodio en una preocupación operativa, no solo científica. Por eso, comprender qué ocurrió es una prioridad para los equipos que manejan la misión.
Aunque la nave ya tiene más de 10 años de actividad —una duración superior a la esperada originalmente— su aporte sigue siendo irremplazable. El silencio no solo corta una vía de comunicación: deja en suspenso un proyecto que ofreció descubrimientos decisivos para reconstruir la historia del clima marciano y evaluar cómo se transformó su habitabilidad con el paso del tiempo.
Maven se lanzó en 2013 y llegó a la órbita del planeta rojo en septiembre de 2014. Su objetivo fue claro desde el inicio: estudiar la atmósfera superior y la ionosfera para medir cuánto material pierde Marte hacia el espacio y por qué esa fuga alteró de forma drástica su clima.
Con información de AP.
