Por alguna extraña razón estos sitios fueron considerados como pueblos fantasma, pero que en la actualidad reciben turistas de todo el mundo.
Estos lugares tiempo después de quedarse en ruinas, su aspecto nostálgico y misterioso les han merecido un “segundo aire” en el ámbito del turismo, en mayor o menor medida.
Quizá el mejor y más conocido ejemplo sea el de Real de Catorce, un antiguo pueblo minero en San Luis Potosí. Sin embargo, no es el único. Aquí te compartimos otros pueblos fantasma que se han vuelto atractivo turístico.
San Juan Parangaricutiro
El pueblo fantasma San Juan Parangaricutiro ubicado en el estado de Michoacán, quedó completamente abandonado y en ruinas tras la erupción del volcán Paricutín en 1943.
Tal como sucedió en Pompeya, Italia, el pueblo de San Juan Parangaricutiro quedó sepultado por lava ardiente. Pero a diferencia del volcán italiano que causó la muerte de miles de personas, el volcán Paricutín no provocó ningún deceso durante su espectacular nacimiento, ya que los pobladores dejaron sus casas antes de que la lava los alcanzara.

Y que tras la erupción del volcán el pueblo quedó completamente deshabitado y sumergido en lava.
Actualmente, el sitio donde alguna vez estuvo San Juan Parangaricutiro recibe turistas de todo el mundo que disfrutan del paisaje oscuro y cenizo, que da una apariencia de pertenecer a otro mundo.
Ojuela
El pueblo de Mapimí, en Durango que actualmente es un Pueblo Mágico, durante cuatro siglos su actividad principal giró en torno a la extracción en la Mina de Ojuela, con 450 kilómetros de túneles. Incluso se construyó otro poblado en la entrada de la veta, Ojuela. Sin embargo, en la actualidad es un pueblo fantasma.
Aunque esto no significa que el atractivo de esta región desértica se terminó para los viajeros. Para empezar, el pueblo de Mapimí conserva edificaciones que data de los siglos XVII y XVIII.
Además muy cerca, un puente monumental te da la bienvenida a Ojuela que se encuentra a 95 metros de altura. Su angosta estructura servía para transportar minerales hace más de un siglo, pero ahora lo cruzan cientos de turistas.
En este Pueblo Mágico, es posible explorar una sección de la mina abierta al público. Al salir, te espera un conjunto de tirolesas que pasan por encima y al costado del puente; una de ellas tiene medio kilómetro de trayecto que no te puedes perder.