La violencia que azota al estado de Chiapas se cobró una nueva víctima la mañana de este domingo, cuando el sacerdote indígena Marcelo Pérez Pérez, de origen tzotzil, fue asesinado al salir de una misa en el barrio de Cuxtitali, en San Cristóbal de las Casas.
El religioso, conocido por su labor social y declaraciones en favor de la paz, fue atacado por sicarios que se desplazaban en motocicleta, mientras conducía su camioneta Nissan blanca, de la que pudo salir tras ser baleado para caer a pocos metros, cerca de la acera.
El atentado ocurrió entre las calles Peras y Manzanas, alrededor de las 08:00, poco después de que Pérez Pérez ofició a las siete de la mañana. Los agresores dispararon contra el vehículo del clérigo, dejando impactos de bala en el parabrisas del lado izquierdo.
Testigos locales fueron los primeros en acercarse al vehículo y llamaron al número de emergencia 911. Lamentablemente, cuando llegaron los paramédicos de los servicios de emergencia, el sacerdote ya no presentaba signos vitales.
Elementos de la Policía Municipal, la Guardia Nacional, el Ejército y la Policía Estatal Preventiva (PEP) acordonaron la zona en espera de los peritos y agentes del Ministerio Público.
Marcelo fue ordenado sacerdote en la Diócesis de San Cristóbal en 2002, por el obispo Felipe Arizmendi Esquivel. Nació en la comunidad de Chichelalhó, municipio de San Andrés Larráinzar, dedicó su vida a las comunidades indígenas tzotziles y a luchar por la paz en Chiapas.
En los últimos años, el clérigo había recibido amenazas de muerte, difamaciones constantes, y tenía una orden de aprehensión en su contra por su trabajo como mediador en el conflicto entre un grupo armado y otro de autodefensas en el municipio de Pantelhó.
Una bomba
El padre fue reconocido por liderar movimientos contra la violencia, la drogadicción y el alcoholismo, sobre todo en Simojovel. También participó en la peregrinación por la paz de septiembre en Tuxtla Gutiérrez, donde denunció el incremento de la violencia en el estado.
“La violencia se ha desbordado en Chiapas. Ya no se aguanta y cuando la Iglesia se expresa de esta manera es un mensaje de esperanza, de que debemos hacer algo por la paz. Chiapas es una bomba de tiempo”, había señalado el pasado 13 de septiembre.
El sacerdote tenía una medida cautelar de protección otorgada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) desde 2015, debido a las amenazas por su trabajo. Y también tenía una orden de aprehensión (junio de 2022) relacionada con la desaparición de 21 hombres en el municipio de Pantelhó, en julio de 2021.
La muerte del clérigo causó conmoción entre la comunidad religiosa y civil de Chiapas. Las campanas de la parroquia de Guadalupe, donde era párroco, repicaron en señal de duelo. Un grupo de mujeres se reunió donde yacía su cuerpo, entonando rezos en su memoria.
El obispo Rodrigo Aguilar Martínez, de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, confirmó el asesinato: “Con dolor les comparto que he recibido la noticia sobre el fallecimiento del padre Marcelo. Lo más probable es que sea velado en la parroquia de Guadalupe”.
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Por su parte, el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón Cadenas, condenó el asesinato y prometió justicia en sus redes sociales: “Condeno y lamento el cobarde asesinato del padre Marcelo. Vamos a colaborar para que su muerte no quede impune”.
