El “combustible del futuro” se haría en Oaxaca e impulsaría la descarbonización marítima, que toma rumbo al uso de combustibles verdes, tendencia en la que México busca formar parte con el proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT).
El hidrógeno es un elemento abundante y simple que podría utilizarse como carburante en pequeñas y grandes embarcaciones, por lo que podría ser “verde, ecológico y renovable”, y se puede producir en Oaxaca; se considera una alternativa a los combustibles fósiles:
El llamado “hidrógeno verde” podría reducir las emisiones y tener una energía limpia que fuera alterna a los combustibles fósiles que actualmente emiten grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera y que contribuyen al calentamiento global.
El istmo de Tehuantepec se encamina a ser el mayor productor de hidrógeno verde, y es que hay un proyecto en la región que prevé una inversión de 10 mil millones de dólares para uso en el transporte marítimo, aprovechando los recursos de energía eólica disponibles en la zona y el flujo comercial generado por el Corredor Interoceánico.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Hidrógeno y Movilidad Sostenible, en el marco de The Green Expo, evento de energía verde y sostenibilidad que se desarrolló en Ciudad de México, el proyecto está en etapas iniciales: obtención de permisos y la gestión de tierras.
De acuerdo con el Fideicomiso para el Desarrollo Regional del Sur Sureste (Fidesur), el istmo tiene un alto potencial para la generación de energías verdes, especialmente eólica marina en la cuenca sur, recurso que, complementado con energía solar, facilitaría un hub energético en la región.
Así, el transporte marítimo es el medio en que se desplaza más de 80 por ciento de las mercancías comercializadas a escala global, y se calcula que los viajes de múltiples cadenas de suministro en barco, representan entre dos y tres por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Descarbonizar
De acuerdo con un informe de las Naciones Unidas, esos datos podrían escalar hasta un 17 por ciento total para el año 2050 de no ejercerse controles más estrictos, dado que se estima que para ese año el volumen del comercio podría más que duplicarse.
Claramente, las alertas globales están encendidas y la Organización Marítima Internacional (OMI), organismo de Naciones Unidas que regula el transporte marítimo, ha marcado en su agenda reducir 20 por ciento las emisiones del transporte marítimo para 2030; un 70 para 2040, tomando como referencia las de 2008.
El mismo estudio de Naciones Unidas refiere que la transición del sector marítimo podría alcanzar costos de entre ocho mil y 20 mil millones de dólares anuales para descarbonizar los buques de aquí a 2050, y 90 mil millones al año en el desarrollo de infraestructura.
El Foro Económico Mundial ha mencionado en sus análisis sobre cambio climático que el sector del transporte marítimo está dando pasos para reducir las emisiones; por ejemplo, los transportistas han hecho pedidos de más de 200 buques de doble metanol (combustible viable para la transición a la descarbonización).
Además, también se están realizando pruebas con motores capaces de navegar con otros de los llamados “combustibles verdes”, como el amoniaco y el hidrógeno, y ahí es donde entraría en escena el estado de Oaxaca con su capacidad para la industrialización del hidrógeno.
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Según la Asociación Mexicana de Hidrógeno y Movilidad Sostenible, el CIIT ofrece una ventaja competitiva única al conectar dos océanos y, al mismo tiempo, el aprovechamiento del potencial eólico de esa región para la producción del hidrógeno verde, combinación que “puede posicionar a México como líder en la generación y exportación de ese tipo de energía a nivel internacional”.
