La Patrulla Fronteriza está deteniendo en promedio a 5 mil migrantes cada día en la frontera sur informó la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
Niños migrantes centroamericanos arriesgan sus vidas para llegar a la frontera con Estados Unidos; van huyendo de todo tipo de riesgos en sus países de origen. Sin embargo, en su travesía por territorio mexicano ellos mismos han documentado los peligros que corren al subirse al tren conocido como La Bestia.
Dos casos de los tantos que hay a diario, se encuentran los casos de Diego y Denis, de 12 y 11 años de edad, acompañados de María Carmen, su madre, quienes cuentan que fueron amenazados por los pandilleros y huyeron de Honduras, en los primeros días de este año.
“Venimos huyendo porque pues allá hay mucha delincuencia y pues mucho marero y por peligro de muerte, uno no puede vivir allá en su país. Lo amenazan de muerte mis hijos no pueden estudiar; se los llevan de las escuelas”, relató María Carmen Lara, migrante de Honduras.
En su travesía y tras recorrer cerca de mil 500 kilómetros caminando y en tren, desde Coatzacoalcos, Veracruz, la semana pasada llegaron a la Casa del Migrante, en Saltillo, Coahuila.
Han pasado tres meses desde que salieron de Honduras y han sobrevivido el camino, dicen, gracias a la protección que recibieron de los albergues que reciben a migrantes, a lo largo del país.
“Mi meta es quedarme acá, ya no quiero arriesgar a mis hijos hasta allá, simplemente quiero formalizarme y encontrar un trabajo, aquí, que me apoyen y que me ayuden, aquí, en México”, dijo María Carmen Lara.
En uno de los albergue de Saltillo, también se encuentran Eloísa y sus dos hijas: Reyna y Nicole, de 15 y 12 años de edad, quienes huyeron del sector Rivera Hernández, en San Pedro Sula, uno de los más conflictivos de la capital hondureña.
“Se mueve demasiado la droga, que son los marero, ahí pelean territorio. A mis dos niñas me las pidieron para la meterlas a vender drogas. Como nosotros no aceptamos, entonces nos amenazaron que, si no, nos delataban, iban a llegar a matarnos a nosotros, allá las iban a violar y las iban a matar”, reveló Eloísa Cáceres.
Estuvieron seis meses en Tapachula, Chiapas, donde obtuvieron la residencia permanente del Instituto Nacional de Migración, pero debieron moverse hacia el norte porque, dice, los pandilleros las encontraron.
“Nos íbamos a quedar, ahí, trabajando y todo. Pero esas personas son muy grandes, ellos tienen gente, aquí, en México”, comentó Eloísa Cáceres.
Otro ejemplo de esta situación que viven los migrantes que atraviesan México, es el caso que Wendy, con sus dos hijas, sus dos hermanas y un hermano, todos menores de edad relataron.
“El peligro que corremos allá, sobre todo las niñas, mis hermanos, están en la etapa de adolescencia, la mafia está muy organizada y hay mucho secuestro y violación, que crezcan mejor y que miren mejor, ellas, lo que quieren hacer, si ellas buscan el norte o algo, pero yo no las quiero arriesgar ya”, dijo Wendy Doras Morales, migrante hondureña.
La Comar les otorgó refugio en México en julio de 2020 y hace cuatro meses, llegaron al albergue “Casa Nicolás”, en Guadalupe, Nuevo león, pero hasta ahí les llegó información de que pretendían secuestrarlas cuando repartieran alimento a los migrantes afuera del albergue.
