El estado de Puebla se consolida como la principal región productora de flores emblemáticas para la temporada de Día de Muertos, al concentrar 72% de la producción nacional de cempasúchil, con más de 15 mil toneladas de flor de corte, cuyo valor supera los 99 millones de pesos.
Para la temporada 2025, se sembraron más de un millón de macetas destinadas a la venta y comercialización. En cuanto a la flor de terciopelo, la producción alcanzó más de 220 mil manojos, cifras que reflejan la dedicación de los floricultores locales y su compromiso con mantener viva esta tradición ancestral.
La región de Atlixco se destaca como un núcleo vital para la industria, donde se producen flores tanto en viveros como a cielo abierto.
Los productores se preparan para atender la alta demanda durante los últimos días de octubre y principios de noviembre, asegurando que la oferta de cempasúchil y terciopelo esté disponible para los consumidores.
El cempasúchil, cuyo nombre proviene del náhuatl cempohualxochitl —“veinte flores”—, tiene un profundo valor cultural.
Las civilizaciones prehispánicas, especialmente los mexicas, lo utilizaban en altares, ofrendas y ritos funerarios, ya que su fragancia se creía que guiaba a las almas de los difuntos durante el Día de Muertos. La tradición se mantiene viva y ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio Intangible de la Humanidad.
La especie predominante en las festividades es Tagetes erecta L., endémica de México y Mesoamérica, cultivada y mejorada por campesinos durante generaciones. Su uso ceremonial y ornamental sigue siendo central en la cultura mexicana, consolidando al cempasúchil como un símbolo cultural y un referente de la identidad nacional.
En 2023, la producción nacional de esta flor alcanzó 21 mil toneladas, más de dos millones de plantas y 509 mil manojos, lo que permitió a numerosos productores mexicanos aprovechar la tradición para generar ingresos.
Además de Puebla, los principales estados productores incluyen Tlaxcala, Hidalgo, San Luis Potosí, Guerrero, Oaxaca, Morelos, Durango, Sonora y la Ciudad de México, particularmente en las alcaldías de Xochimilco y Milpa Alta.
La riqueza de colores y variedades del cempasúchil no solo embellece los altares y ofrendas, sino que también refuerza la identidad cultural mexicana.
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Su cultivo exige dedicación y conocimientos tradicionales que se transmiten de generación en generación, garantizando que cada flor conserve su belleza, fragancia y significado ceremonial.
Este trabajo continuo conecta a los productores con la historia, preservando una tradición que simboliza la memoria y el homenaje a los seres queridos.
La combinación de historia, tradición y dedicación de los productores mantiene a Puebla como un referente nacional en la producción de flores que engalanan el Día de Muertos, preservando así una costumbre ancestral que conecta la memoria de los seres queridos con la riqueza cultural de México.
Fuente: Milenio


