Los cinco cuerpos tirados frente a la Facultad de Agronomía de la Universidad de Sinaloa (UAS) en la capital, rompió el discurso oficial de un Culiacán en paz pese a que el gobernador Rubén Rocha Moya asegura que “se ha estado reduciendo la generación de violencia”.
En Culiacán no hay paz, los cinco cuerpos arrojados frente a las instalaciones de la UAS lo atestiguan. Los cuerpos estaban maniatados, descalzos, con agujeros de balas, tirados entre los árboles, en la carretera que une Culiacán y Eldorado.
Uno estaba desnudo, amarrado por los pies y con una bolsa negra en la cabeza, son los últimos asesinados en la guerra interna por el control del Cártel de Sinaloa, que aterra a la ciudad desde el 9 de septiembre; es decir, ya son 78 días de zozobra.
Aunque la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC) no ha suspendido oficialmente las clases, el ausentismo escolar fue de 40 por ciento en la jornada del lunes, y apenas un 30 este martes.
Un día antes, Culiacán amaneció con la noticia de una madrugada de pánico en el que 11 personas fueron asesinadas durante la noche del domingo al lunes, otras dos fueron desaparecidas y hubo ataques contra negocios y casas particulares.
También se registraron incendios provocados y la ruptura de 80 cámaras de seguridad del Centro de Comando, Control, Comunicaciones, Cómputo e Inteligencia de Sinaloa.
El lunes en la tarde, los asistentes a un partido de futbol tuvieron que resguardarse de un intenso tiroteo contra un casino cercano. No hubo víctimas, pero sucesos como ese se multiplican por toda la ciudad.
No ha sido suficiente para que el gobernador Rubén Rocha Moya considere la situación como una emergencia: “Se ha estado reduciendo la generación de violencia”, según el político de Morena, compañero de partido de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, que continúa sin referirse a la violencia en Culiacán.
La UAS suspendió sus clases presenciales el lunes tras “los hechos violentos del fin de semana”. El martes prolongó la suspensión con clases virtuales.
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“En la UAS siempre prevalecerá la integridad de toda su comunidad universitaria, por ello se acata con esta medida el protocolo de seguridad”, intentó defender el mandatario.
Los enfrentamientos en los alrededores del campus han sido habituales en los últimos meses: ha habido mañanas en las que el centro educativo amanece con cristales rotos y balazos en los muros, y no es la primera vez que abandonan cadáveres cerca.