El benceno está en todas partes: primero fueron los desinfectantes de manos con “niveles inaceptables” de ese carcinógeno. Después esprays antimicóticos para pies y ahora informes alarmantes sobre desodorantes, champús y protectores solares contaminados.
Algunos de esos hallazgos han provocado pánico en los titulares de noticias y las redes sociales. En TikTok, los influencers que hablan sobre vida saludable han advertido a la gente que deje de usar protección solar.
Un médico de la plataforma incluso comparó el uso de champú en seco con benceno con fumar cigarrillos; también se han presentado varias demandas colectivas por esos hallazgos.
El benceno, que está de forma natural en el petróleo crudo, no se añade intencionadamente a esos productos. Se utiliza para fabricar sustancias químicas como tintes, detergentes, pinturas y plásticos.
Puede acabar en los productos de higiene personal cuando las sustancias químicas que contienen no están suficientemente purificadas, o cuando algunos ingredientes activos de los productos reaccionan entre sí o se descomponen.
Aún no hay datos que sugieran que la exposición a niveles bajos de benceno procedente de productos de cuidado personal conlleve riesgos significativos para la salud.
Y algunos expertos advierten que muchos resultados más alarmantes sobre el benceno proceden de un único laboratorio de análisis que ha sido criticado por apartarse de los métodos de ensayo estándar.
“Imposible no exponerse”
Aun así, dado que se han relacionado niveles elevados de exposición al benceno con cáncer, expertos afirman que vale la pena examinar mejor los champús, protectores solares y otros productos.
Hasta la fecha, gran parte de las investigaciones realizadas sobre el benceno se centran en la exposición regular a altos niveles de esa sustancia química en entornos laborales.
Las pruebas de que el benceno puede causar cáncer en humanos proceden de observaciones de trabajadores de industrias farmacéuticas y petrolíferas que se remontan a la década de 1920.
En 1987, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer dijo que había “evidencias suficientes” de que el benceno era cancerígeno tanto en humanos como en animales.
En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud, la Agencia de Protección Ambiental y el Programa Nacional de Toxicología de Estados Unidos coinciden en que el benceno
puede provocar cáncer, especialmente leucemia.
También hay pruebas de que la inhalación de niveles elevados por periodos largos se relaciona con cáncer en la sangre y pulmón, así como con la anemia, la disminución de la capacidad para combatir infecciones y la irregularidad de la menstruación en las trabajadoras.
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Los responsables de seguridad laboral de todo el mundo han recomendado en general que la exposición en el lugar de trabajo se limite a una parte de benceno por millón de partes de aire o durante una jornada laboral de ocho horas.
“Nosotros también estamos expuestos al benceno ─en las emisiones de autos, el humo de cigarrillos y las cocinas de gas─, pero a niveles mucho más bajos. No podemos evitar totalmente la exposición en nuestro entorno moderno”, dijo Emily Barrett, epidemióloga de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Rutgers.
