El carisma es una cualidad que muchas personas admiran, pero pocas saben cómo desarrollar. A menudo se asocia con una habilidad innata y que usualmente poseen los extrovertidos; sin embargo, la ciencia ha descubierto que puede desarrollarse a través de habilidades de comunicación.
De acuerdo con el doctor Ulrich Jensen, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Estatal de Arizona, este carácter no es algo con lo que se nace, sino que se puede aprender y practicar, aumentando así tu influencia social y personal.
Jensen señala que el carisma va más allá de ser una persona agradable. Se trata de cómo alguien se presenta y de qué manera transmite el mensaje. Un estudio realizado en 2023 analizó los discursos de 50 gobernadores de Estados Unidos durante la pandemia, y encontró que aquellos que usaban un lenguaje más carismático, lograron que un mayor número de personas siguiera sus recomendaciones.
Palabras clave como metáforas, analogías y preguntas retóricas aumentaron la conexión con su audiencia, logrando mayor compromiso y confianza.
Basado en estos principios, tú también puedes aplicarlos en tu vida personal y profesional. Ya sea para una entrevista de trabajo, una reunión con amigos o una cena familiar, es posible mejorar tu presencia y carisma. La clave está en cómo te presentas a los demás, lo que incluye tanto tu historia personal como la forma en que comunicas tus valores fundamentales.
Para mejorar tu “encanto”, el doctor Jensen recomienda pensar en “tu historia”. En lugar de enfocarte únicamente en tu lenguaje corporal o tu voz, mejor preocúpate por transmitir algo significativo.
Por ejemplo, compartir una experiencia personal que destaque tus valores puede ser una manera poderosa de conectar con los demás. Un toque de vulnerabilidad o humor también puede aumentar el impacto de tu mensaje.
Por su parte, Olivia Fox Cabane, autora de “El mito del carisma“, asegura que hay tres tipos principales de carisma: uno con poder, calidez y presencia. Las personas que irradian poder tienen una capacidad innata para liderar y tomar decisiones firmes. Aquellos con calidez, como el Dalai Lama, son empáticos y logran crear lazos profundos con los demás. Por otro lado, personas con alta presencia, como Bill Clinton, logran hacer sentir a los demás que son la única persona en la sala.
Para identificar qué tipo de carisma es el más adecuado para ti, Cabane sugiere reflexionar sobre cómo te relacionas con los demás. Si eres empático, probablemente encajarás en el tipo de calidez. Si eres una persona que toma el control con facilidad, el poder puede ser tu forma de simpatizar con los demás. Y si te enfocas profundamente en la conversación, eso es presencia.
Es importante mencionar que, mejorar tu confianza es esencial para proyectar carisma. Cabane recomienda visualizar momentos en los que te sentiste seguro de ti mismo y usar esos recuerdos como una herramienta para prepararte antes de cualquier interacción. Esto ayuda a activar las áreas del cerebro asociadas con la confianza, permitiéndote mantener un lenguaje corporal adecuado.
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Es importante recordar que, aunque ser carismático puede generar influencia, no se trata de manipular a los demás, sino de ser auténtico y conectar de manera significativa. Como menciona el doctor Jensen, los valores y las ideas que compartimos son lo que realmente define nuestro carisma. No es necesario ser extrovertido para tener esta cualidad. La clave está en ser genuino y transmitir tu verdadero ser.
Al final, todos pueden desarrollar su carisma. Con práctica y un enfoque en los valores y las historias que compartimos, es posible atraer y conectar con los demás de manera más efectiva, sin importar nuestra personalidad o contexto social.