El presidente ruso, Vladimir Putin, ha firmado un decreto que facilita la residencia temporal para extranjeros que deseen vivir en el país, sin necesidad de cumplir con los requisitos usuales como la demostración de conocimiento del idioma ruso, la historia del país o sus leyes básicas.
Esta nueva política, anunciada por los medios estatales rusos, permitirá a los solicitantes obtener visas a través de un proceso simplificado y acelerado. A partir del próximo mes, Rusia comenzará a emitir visas de tres meses para aquellos interesados en establecerse en el país.
Los solicitantes podrán solicitar la residencia temporal justificando su rechazo a los “ideales liberales destructivos” de sus países de origen, en contraste con los “valores espirituales y morales tradicionales” que, según Moscú, son promovidos en Rusia.
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Aunque aún no se ha publicado una lista de los países cuyos ciudadanos serán elegibles para estas excepciones, se espera que Rusia revele esta información en las próximas semanas, según reportó la agencia de noticias TASS.
La medida ha sido celebrada por algunas figuras de la extrema derecha y teóricos de la conspiración, quienes ven en la sociedad rusa un baluarte de los valores tradicionales frente a lo que consideran la decadencia moral de Occidente.
Este entusiasmo coincide con una tendencia en línea creciente, donde ciertas personalidades de la derecha extrema elogian a Rusia y la presentan de manera positiva en comparación con Estados Unidos y otras naciones occidentales.
Entre los admiradores de esta nueva política se encuentra el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha expresado en repetidas ocasiones su admiración por Vladimir Putin. Trump, al igual que otros conservadores, ha elogiado ciertos aspectos de la sociedad rusa, alimentando un discurso que resuena con los valores tradicionales que Moscú dice defender.
Esta política podría atraer a un grupo selecto de ciudadanos extranjeros que comparten la visión de Putin sobre los valores tradicionales, brindándoles un hogar en un país que se posiciona, cada vez más, como un opositor a los ideales progresistas de Occidente.
Mientras Rusia sigue adelante con esta política, queda por ver cómo responderán los países occidentales y si más ciudadanos buscarán establecerse en un país que se presenta como el último bastión de los valores conservadores en un mundo cada vez más globalizado y liberal.
Con información de: Excélsior y Ok Diario