El rugido de un elefante enfurecido interrumpió la tranquilidad de un safari en el Delta del Okavango, en Botswana, cuando dos parejas de turistas británicos y estadounidenses vivieron momentos de terror al ser atacados por un ejemplar que volcó sus canoas y dejó a una de las mujeres sumergida en aguas infestadas de cocodrilos.
El incidente coincidió con el Día Mundial del Turismo y puso a prueba la delgada línea entre la aventura y el peligro en uno de los destinos más emblemáticos de África.
El ataque se produjo cuando los guías locales, que conducían las tradicionales canoas makoro al estilo góndola, se acercaron demasiado a una hembra de elefante acompañada de dos crías.
Esta maniobra provocó que el macho de la manada, en un acto de protección, irrumpiera entre los juncos y las aguas poco profundas, cerrando rápidamente la distancia con los turistas.
De acuerdo con las imágenes obtenidas el animal utilizó su trompa y colmillos para volcar dos embarcaciones, arrojando a los cuatro visitantes al agua, mientras los guías se dirigieron a la orilla en busca de refugio.
En medio del caos, el elefante pareció alejarse, pero regresó para embestir a una de las mujeres, golpeándola con la trompa y sumergiéndola bajo el agua.
Según la reconstrucción de los hechos, la víctima sobrevivió porque el animal perdió de vista su posición en el agua turbia y abandonó el ataque tras unos segundos. Su esposo acudió, la ayudó a incorporarse y ambos alcanzaron la seguridad de la ribera.
Pese a la violencia del suceso, todos los turistas resultaron ilesos, aunque perdieron equipos fotográficos y teléfonos de alto valor.
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Expertos y testigos coincidieron en que la fortuna fue decisiva. Un exguardabosques sudafricano, tras analizar los videos del incidente con el elefante, afirmó: “Tuvieron muchísima suerte, porque los cuatro podrían haber muerto fácilmente a manos de ese toro enfurecido. La mujer se salvó de ser corneada, y si el elefante la hubiera mantenido bajo el agua unos segundos más, probablemente habría muerto ahogada. Puede dar gracias de que no fue así”.
Por su parte, Kakwele Sinyina, otro testigo, destacó el riesgo adicional que representaban los depredadores del entorno: “Si el elefante no los alcanzaba, hay muchos cocodrilos y grandes hipopótamos que podrían haberlos matado, así que alguien los estaba cuidando”.
La empresa responsable del safari no fue identificada, ya que las compañías consultadas evitaron hacer comentarios. Una recepcionista de una de ellas confirmó que el grupo estaba compuesto por visitantes británicos y estadounidenses y añadió: “Es una bendición que nadie resultara gravemente herido, pero los animales salvajes pueden ser muy impredecibles”, dijo una recepcionista desde la empresa responsable del safari.
El suceso reavivó el debate sobre la seguridad en los safaris africanos, especialmente en actividades que implican proximidad a la fauna salvaje.
En julio, un incidente similar en el Delta del Okavango involucró a un grupo de turistas británicos cuyo bote fue atacado por una elefanta con su cría. Aunque el bote casi volcó, los ocupantes salieron ilesos.
Sin embargo, en el Parque Nacional South Luangwa de Zambia, dos turistas —una británica y una neozelandesa— murieron tras ser embestidas por un elefante durante un safari a pie, pese a los intentos de los guías por detener al animal.
Con información de El Mundo.