Un hombre tomó una decisión tan inusual como arriesgada: dejarse morder por serpientes venenosas más de 200 veces. Pero su propósito no era temerario ni suicida. Lo movía una meta muy clara: lograr que su cuerpo generara inmunidad natural al veneno. Y lo consiguió. Con los años, su sangre se transformó en una poderosa fuente de anticuerpos que hoy es clave para la ciencia.
Ese sujeto se llama Tim Friede. Antes era mecánico de camiones, pero terminó dedicando casi veinte años de su vida a esta práctica extrema. No solo soportó las mordeduras, sino que además se inyectó —por cuenta propia— más de 700 dosis de veneno. Su obsesión, aunque peligrosa, abrió el camino a una investigación sin precedentes que podría salvar miles de vidas.
Un suero contra serpientes que puede salvar miles de vidas
Gracias a los anticuerpos desarrollados en el cuerpo de Friede, un grupo de científicos en Estados Unidos consiguió crear un suero con capacidad para neutralizar el veneno de 19 especies de serpientes altamente mortales, entre ellas la mamba negra, la cobra real y la serpiente de cascabel.
El compuesto se basa en dos anticuerpos extraídos directamente de su sangre, combinados con una molécula inhibidora llamada varespladib. En pruebas con ratones expuestos a dosis letales, el suero demostró ofrecer una protección significativa.
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A diferencia de los antivenenos tradicionales —que se obtienen de animales inmunizados, una técnica que se utiliza desde el siglo XIX—, esta nueva fórmula podría aplicarse sin necesidad de saber qué tipo de serpiente provocó la mordedura. Esto es clave, especialmente en zonas rurales o con recursos médicos limitados.
Pruebas y esperanza
El próximo paso de los investigadores es llevar el antídoto a pruebas reales. Comenzarán con perros mordidos por serpientes en clínicas veterinarias de Australia. La idea es observar su eficacia en situaciones concretas, pero sin poner en riesgo a los animales.
Si los resultados son positivos, el plan es avanzar hacia los ensayos clínicos en humanos. Es un camino que requiere tiempo y validaciones, pero el panorama es alentador.
Un experimento entre el límite y la valentía
A simple vista, lo que hizo Tim Friede puede parecer una locura. Pero su historia también tiene algo de heroísmo. En un mundo donde más de 80 mil personas mueren cada año por mordeduras de serpiente, su sacrificio podría marcar un antes y un después.
El hombre que una vez fue mecánico terminó convirtiéndose en un aliado inesperado de la ciencia. Su cuerpo, moldeado por el veneno, podría ser la clave para combatir uno de los enemigos más silenciosos de la naturaleza.
Con información de El País