Mundo.- Un joven falleció el pasado 10 de junio en una competencia clandestina de motos y sus familiares no aceptaron que se le practicara una autopsia por motivos religiosos.
Su nombre era Jaime Portilla, de 26 años, y con fervor pedían que volviera a la vida mientras lo velaban, de pronto empezaron a notar que el cadáver se movía dentro de la urna.
Al joven lo declararon sin vida por las lesiones que tuvo en su cabeza, pero no eran más que espasmos musculares que se producen en algunos casos cuando la persona muere. Sin embargo, su creencia religiosa no le dejaba entender.
“Lo mantendremos en el velatorio para ver si reacciona porque tiene movimientos musculares”, es así como delante de todos sacó el cadáver de la urna y se lo llevaron a un hospital, pero no lo recibieron. Luego lo llevaron a su casa en el sector El Pantano de Ecuador.
“Señor, escúchame, devuélveme a mi hijo y te prometo servirte el resto de mi vida”, imploraba la madre mientras que Jaime seguía inmóvil fuera del férretro.
Con información de Meganoticias