Quintana Roo.- Lo arcaico de las tecnologías de las plantas refinadoras mexicanas hacen que en la obtención de gasolina, se genere un residuo, el combustóleo, cuyo alto contenido de azufre lo ha hecho incomercializable. En su lugar, ya se entrega a la CFE para la obtención de luz, a pesar de su mayor costo, y en detrimento de tecnologías limpias, más económicas.
El pasado viernes, la Secretaría de Energía (Sener) publicó un decreto por el que prácticamente se frena la creación de nuevas plantas energéticas en México por parte de la iniciativa privada, incluida las ecológicas. Aunque mucho se ha discutido y debatido al respecto, la clave que podría explicar la decisión sería la “inundación” de combustóleo en los Petróleos Mexicanos.
Históricamente, el combustóleo que se generaba, como parte del proceso de refinación, era exportado para su utilización en barcos; sin embargo, en diciembre de 2019 se puso fin a ese mercado, al entrar en vigor normas ambientales que prohíben usar combustible con más de 0.5% de azufre (el combustóleo tiene un terrorífico 5% de azufre).
Por ello, desde inicios de año, Pemex se ha quedado con decenas de miles de barriles de combustóleo almacenados, sin tener dónde colocarlos. No puede evitar generar este producto, al ser parte de su proceso de refinación (se estima que un 22% de cada barril de petróleo es transformado en combustóleo), y la actual estrategia de apuntalar la refinación nacional significará más combustóleo, día tras día.
La solución evidente, ha sido vender este producto a las plantas de la CFE, para la generación de electricidad, a pesar que la Comisión tiene como estrategia abandonar la quema de estos combustibles pesados, más caros e ineficientes, por gas LP y tecnologías limpias.
Pero aquí ha surgido otro escollo. De acuerdo a la ley, para la obtención de energía, primero se debe utilizar aquellas plantas que son más económicas, generalmente esto significa a las más modernas y limpias de la iniciativa privada. Solo cuando ya se esté abasteciendo con las primeras y se necesita más energía, es que se acude a las más caras; entiéndase, el combustóleo.
Ahora, por la caída en las actividades productivas a causa del COVID-19, la demanda eléctrica se ha reducido y el uso del combustóleo ha quedado casi en pausa.
En este panorama, se entiende la actuación de la Secretaría de Energía, para limitar a la iniciativa privada, y así obligar a recurrir al combustóleo, aliviando a Pemex de un producto secundario sin mercado, aunque su quema significa una mayor contaminación ambiental, tanto que ya ha sido rechazada a nivel internacional.
Es tanto el nivel de azufre del combustóleo mexicano, que la CFE incluso tiene que incurrir en otro gasto, una vez que debe comprarlo, al tener que enviar el producto al extranjero, para que sea mezclado con combustóleo estadounidense, y se le venda de regreso.
El mayor costo de producción energética, a través de combustibles pesados y no energías limpias, se traslada a los usuarios, por lo que tanto ciudadanos como empresas verán aumentar su ya creciente recibo de electricidad, ante el freno hacia las energías limpias e inciativa privada.