Brasil gritó su presencia en Qatar con una prestación sólida, con Brasil gritó su presencia en Qatar con una prestación sólida.
Sobre todo en ataque, con cuatro delanteros en el once, reflejo de la naturaleza ofensiva que ha sido casi siempre rasgo distintivo de la pentacampeona del mundo.
Aunque Serbia amagó con un inicio valiente, pero no pasó de tibia declaración de intenciones. Un par de pelotazos buscando la boya de Mitrovic y el talento de Tadic y Milinkovic-Savic, que no hicieron daño a la curtida defensa de Brasil.
Los de Tite, con Casemiro casi como único centrocampista, con algunas ayudas de Paquetá, prescindieron del papeleo para hacer llegar el balón a su línea de cuatro atacantes.
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El preludio del vendaval desatado por Ney y Vini y concretado por Richarlison, al que apenas habían encontrado sus compañeros en el primer acto. El 1-0 fue de cazagoles, y el segundo va directo al Louvre de la historia de los Mundiales, un tijeretazo impecable, acrobático, potente y ajustado, imposible de conjurar.
Sólo la madera pudo contener la furia ofensiva de Brasil, escupiendo dos tirazos de Alex Sandro y Casemiro, pero a Brasil no le hizo falta hacer sangre, pese a que los revulsivos (Rodrygo, Antony, Fred) también buscaron su momento de gloria. Recursos casi infinitos en ataque los de Brasil, que entra con poderío en el Mundial marcado por el sueño del hexa. Y, por lo visto, con sólidos argumentos.
Segunda fecha de fase de grupo

Con información de: MARCA