El ‘Rui Katsu’ es una terapia japonesa en la que hombres atractivos limpian lágrimas de los participantes. El propósito es lograr que expresen sus emociones y sanen heridas.
Entrar a un salón con una pantalla, sentarse en una silla y comenzar a ver videos con escenas desgarradoras, emotivas, tristes hasta que finalmente las lágrimas aparecen. De eso se trata la terapia Rui Katsu, que nació en Japón pero suma adeptos por todo el mundo,
“Cuando comencé a dirigir estos talleres, hubo momentos bastante incómodos“, contó Ryusei, el encargado de acercarse a la persona cuando la angustia comenzó a brotar por su rostro, para limpiarle las lágrimas con un pañuelo.
El papel de estos jóvenes es fundamental para llevar a sus “pacientes” al estado de angustia necesario para que los sentimientos fluyan. “Al principio no había practicado lo suficiente así que no podía llorar fácilmente y eso significaba que el público tampoco podía llorar. Pero ahora todo es mucho mejor. Puedo llorar y los otros me siguen“.
Él y otros muchachos elegidos especialmente por su atractivo físico, son los encargados de dirigir estas sesiones con el único propósito de hacer que las personas lloren y luego contenerlas.
Todo surgió por idea del empresario Hiroki Terai, quien considera que en Japón hace falta una cultura del llanto.
Lentamente esta propuesta pasó a otros países. En cada sesión la mayoría de los videos que presenta se centran en mascotas enfermas o relaciones familiares negativas, están dirigidos a mujeres, ya que son las que más se acercan a esta clase de terapias. Entendiendo cuál es su público, el empresario apostó también por jóvenes atractivos para dirigir los grupos.
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La explicación que da la empresa es que cualquiera puede asistir y que la elección de los hombres atractivos tiene que ver con que sirvan como una especie de modelo para quitarle miedo al llanto a un género poco acostumbrado a mostrar fragilidad en público.
“Los japoneses no son muy buenos para expresar sus emociones“, explica Terai, que creó Ikemeso Office después de acumular experiencia en el negocio del llanto.
Todo comenzó cuando Hiroki tenía 16 años. No tenía amigos en la escuela y vivía tiempos difíciles. “Fue en ese momento cuando sentí que comencé a descubrir más sobre las verdaderas emociones de la gente, porque en la superficie están sonriendo pero no siempre es así como se sienten“, aseguró. Es por eso que insiste con su lema: “Quiero que los japoneses lloren“
Su objetivo es que su proyecto sirva a las personas particulares pero también que ayude a cambiar el ambiente en toda una empresa: “Los japoneses no están acostumbrados a llorar en frente de la gente. Pero una vez que tú lloras frente a ellos, el ambiente cambia, particularmente en una empresa“.- Hiroki Terai.
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