Escalar la cima del Monte Everest, es sin duda uno de los desafíos más grandes para cualquier aventurero, y pocos pueden contar que han logrado esta hazaña, pues las altas temperaturas y la falta de oxigeno en cada metro escalado han dejado a varios alpinistas experimentados en el camino.
Pero este no es el caso de Erik Weihenmayer; un alpinista ciego que rompió con toda lógica al escalar la “cima del mundo”, el Monte Everest en 2001.
Según relata Weihenmayer, su pasión por escalar montañas surgió a la edad de 14 años, edad en la que perdió totalmente la vista pensando en que ya no podría “participar en la vida como todo el mundo”, hasta que le llegó un boletín en braile que invitaba a personas ciegas a escalar una montaña.
“Poco después de quedarme ciego recibí un boletín en Braille sobre un grupo que estaba contactando a los niños ciegos para escalar rocas”, recordó Weihenmayer. “Pensé para mí mismo, ¿quién estaría lo suficientemente loco como para llevar a un niño ciego a escalar? Así que me inscribí”.
Ya con experiencia, Erik se unió al Arizona Mountaineering Club y escaló en 1995 la cima del monte Denali, el pico más alto de América del Norte. Poco a poco superó sus propios límites y escaló otras tres montañas de las siete más altas del planeta, llamadas las “Siete Cumbres” o las montañas más altas de cada continente, hasta que llegó el día de escalar el Monte Everest.
En 2001 Weihenmayer decidió ascender la montaña más grande del mundo y comenzaron las complicaciones, pues diversos guías Sherpa, (guías especialistas que te acompañan en la expedición y que son la diferencia entre la vida y la muerte a la hora de subir la montaña) no querían acompañar a Weihenmayer dedbido a los riesgos que implica trabajar con un escalador ciego.
Sin embargo, al ver los lugareños la facilidad con la que se movía aceptaron el desafío, incluso llegaron a pensar que Erik estaba mintiendo con eso de ser ciego, pero verificaron que no se trataba de una broma y lo ayudaron.
Ya en el camino, Weihenmayer se enfrentó al hecho de no poder evaluar el clima, la caída del hielo, ni por las zonas por las que tenía que moverse, lo cual ponía en riesgo su vida, pues un mal paso lo habría hecho caer.
Aun con estas dificultad, Erik continuó su camino e incluso lejos de ser un obstáculo para sus compañeros, fue de mucha ayuda.
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Para llegar a la cima del Monte Everest, Weihenmayer se guió de la voz de sus compañeros quienes le gritaban las instrucciones a través de las brechas y grietas por las que pasaban.
Por último, fue hasta el 25 de mayo del 2001 que Erik Weihenmayer se convirtió en la primera persona ciega en la historia, en escalar la “cima del mundo”, ganándose el respeto y admiración de todos los que lo acompañaban.
