En México, es común que las madres de generaciones anteriores muestren rechazo hacia los tatuajes de sus hijos, debido a prejuicios arraigados. Sin embargo, los tatuajes se han vuelto cada vez más populares entre las generaciones actuales.
Carlos Alberto Sariñana, quien ya tenía varios tatuajes en su torso, decidió mostrarle a su madre su nuevo diseño. En un video compartido en TikTok por su hermano Gonzalo Sariñana, que ha acumulado más de 150 mil visualizaciones, se puede ver la divertida reacción de su madre.
Al inicio del video, la madre de Carlos se muestra visiblemente molesta con la idea de que su hijo se haya hecho otro tatuaje. Incluso, bromea con un objeto en la mano, lista para “golpearlo” en señal de desaprobación. Para aumentar la sorpresa, le pidieron que se tapara los ojos antes de ver el tatuaje. Carlos se dio la vuelta y le mostró un enorme diseño en la espalda.
La reacción de su madre fue de decepción e insatisfacción al ver que su hijo seguía haciéndose tatuajes. Aunque al final del video los presentes intentaron que la señora tomara la situación con humor y amor, no pudo evitar mostrar su evidente molestia.
Este momento gracioso refleja el choque generacional en torno a los tatuajes y cómo, a pesar de las diferencias, las familias encuentran maneras de lidiar con estos cambios culturales.
El estigma en torno a los tatuajes tiene raíces históricas y culturales profundas.
En muchas culturas, los tatuajes han estado asociados con grupos marginales o actividades ilegales. Por ejemplo, en algunas sociedades, los tatuajes eran comunes entre marineros, prisioneros y pandillas.
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Durante mucho tiempo, los tatuajes se consideraron poco profesionales en entornos laborales formales. Esto llevó a la creencia de que las personas con tatuajes eran menos serias o comprometidas con su trabajo.
Asimismo, las generaciones mayores, que crecieron con estas asociaciones negativas, a menudo tienen dificultades para aceptar los tatuajes como una forma de expresión artística y personal.
En algunas religiones y culturas, los tatuajes son vistos como una alteración del cuerpo que va en contra de las enseñanzas religiosas o morales.
Asimismo, la representación de personas tatuadas en los medios de comunicación a menudo ha reforzado estereotipos negativos, mostrando a personas tatuadas como rebeldes o delincuentes.
Sin embargo, estas percepciones están cambiando. Hoy en día, los tatuajes son cada vez más aceptados como una forma legítima de arte y autoexpresión, especialmente entre las generaciones más jóvenes.
Con información de El Imparcial