Mauro Morandi, conocido como el hombre más solitario del mundo, falleció a los 85 años. Tenía viviendo solo en una isla en medio del mar Mediterráneo durante 32 largos años, y fue su particular historia la que lo llevó a hacerse conocido en todo el mundo.
También conocido como el “Robinson Crusoe” de Italia, el anciano murió el viernes 3 de enero en Módena, su ciudad natal. Se volvió famoso por una decisión inusual: ser guardián de la isla de Budelli, en el archipiélago de La Maddalena, al norte de Cerdeña.
Nacido en 1938, Morandi trabajó como profesor de Educación Física antes de embarcarse en una travesía que cambiaría su vida. En 1989, con la intención de navegar hacia el Pacífico, su catamarán sufrió una avería que lo llevó a las costas de Budelli.
Su historia inspiró libros, documentales y todo tipo de artículos, de acuerdo con el periódico Corriere della Sera, que añadió que su salud ─ya sensible por la diabetes─ había empeorado en los últimos meses tras una caída que le provocó una fractura en la vértebra cervical.
Su llegada a la isla se produjo cuando el anterior guardián decidió jubilarse. Morandi, que en ese entonces sólo era un simple profesor, estaba en una parada técnica camino a la Polinesia.
Decidió abortar sus planes y vendió su embarcación para vivir en su nueva casa de arena rosa. Cuidó la playa durante 32 años; era responsable de la preservación de la isla, de mantener sus caminos, recibir a los barcos y evitar que los turistas se bañaran en la playa.
Vivió 32 años en un refugio de la segunda Guerra Mundial. En su día a día, utilizaba un sistema de electricidad solar casero y ya había conseguido instalar internet. Durante el invierno recogía leña para calentarse y en sus momentos de ocio leía y descansaba.
Conservación
Pese a su aislamiento, mantenía contacto con el mundo exterior por medio de una radio y, en años más recientes, en las redes sociales, donde compartía fotografías y reflexiones sobre la vida en la isla.
En 2016, la propiedad de Budelli pasó a manos del Parque Nacional de La Maddalena después que una empresa privada neozelandesa, anterior propietaria, quebró. Entonces, se cuestionó la permanencia de Morandi en la isla, alegando proteger el ecosistema.
A pesar del apoyo popular que reunió más de 18 mil firmas en una petición para permitirle quedarse, en 2021, a la edad de 81 años, Morandi decidió abandonar Budelli y trasladarse a La Maddalena, donde continuó su vida en relativa tranquilidad.
Allí encontró una comunidad que lo acogió y donde pudo disfrutar de comodidades que había dejado atrás en su vida como ermitaño. A pesar de su avanzada edad, mostró una notable capacidad de adaptación y una actitud positiva hacia los cambios en su vida.
La muerte de Mauro Morandi marca el fin de una era para la isla de Budelli y para aquellos que veían en él un ejemplo de dedicación a la conservación ambiental.
Sus amigos y seguidores han expresado su intención de esparcir sus cenizas en el mar, cerca de la isla que amó y protegió. Su legado perdurará en las lecciones sobre la importancia de la preservación de la naturaleza y la búsqueda de una vida en equilibrio con el entorno.
La historia de Morandi resuena en un mundo más consciente de la necesidad de proteger los ecosistemas frágiles, y la isla de Budelli continúa siendo un símbolo de belleza natural y de la importancia de la conservación, valores que defendió hasta el final de sus días.
