La temporada invernal en Beijing, China, y sus alrededores ha dejado imágenes sorprendentes. La acumulación de nieve y las bajas temperaturas transformaron diversos tramos de la Gran Muralla en una superficie de hielo extremadamente resbaladiza para los turistas.
La Gran Muralla, famosa por sus pendientes casi verticales, impuso su autoridad sobre aquellos que no portaban el calzado adecuado. Muchos turistas optaron por descender sentados, deslizándose por los escalones como si se tratara de un tobogán natural, mientras otros simplemente desistieron de alcanzar las torres de vigilancia más altas.
La Gran Muralla convertida en tobogán resbaladizo
La acumulación de nieve sobre los desgastados bloques de piedra generó situaciones tan cómicas como peligrosas. Diversos videos que ya circulan en redes sociales muestran a los visitantes aferrándose con desesperación a los pasamanos de metal para evitar caídas.
La intensidad de la nevada redujo la visibilidad a unos pocos metros, lo que añadió un grado de misterio y dificultad a la travesía. A pesar del frío extremo y el riesgo de resbalones, el entusiasmo de la gente no decayó.
Los aventureros celebraron la llegada de la nieve con risas y juegos, transformando un sitio de importancia histórica y militar en un centro de convivencia y adrenalina invernal.
Este fenómeno meteorológico no solo pone a prueba el calzado de los viajeros, sino también su resistencia al viento cortante que golpea las zonas más elevadas.
A pesar de las temperaturas que descienden por debajo de los diez grados bajo cero, la afluencia de público no disminuye. Los entusiastas de la fotografía encuentran en este clima la oportunidad perfecta para capturar el contraste entre el cielo gris, la piedra oscura y la nieve brillante que cubre la Gran Muralla.
Medidas de seguridad
Ante el incremento de la afluencia y el estado resbaladizo del terreno, el personal de mantenimiento de la Gran Muralla desplegó brigadas de limpieza de inmediato.
Los trabajadores utilizaron palas y sal industrial para despejar las áreas principales, aunque la velocidad de la caída de nieve superó por momentos los esfuerzos humanos.
Los guardias de seguridad reforzaron la vigilancia en los puntos más críticos del recorrido, instando a los ancianos y niños a permanecer en las zonas bajas para evitar accidentes lamentables.
Los expertos en turismo recomiendan a quienes planean visitar la Gran Muralla durante estos días invernales que utilicen crampones para el calzado y ropa térmica de alta tecnología.
La combinación de viento gélido y humedad puede provocar hipotermia en cuestión de minutos si no se cuenta con la protección necesaria.
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No obstante, para muchos, el riesgo vale la pena: ver cómo la arquitectura milenaria se funde con la naturaleza blanca es una experiencia que ocurre pocas veces al año y que regala una perspectiva única del poderío chino.
Con información de: El Impulso
