La eterna discusión sobre si es mejor bañarse al comenzar el día o antes de dormir al parecer llega a su fin, pues esta vez existen argumentos respaldados por la ciencia, específicamente por la microbiología.
Para muchas personas, la ducha matutina es sinónimo de energía y activación, mientras que otros prefieren el baño nocturno como ritual de relajación y limpieza después de la jornada. Sin embargo, especialistas en microbiología aseguran que hay un momento que ofrece más beneficios que el otro.
Primrose Freestone, profesora de Microbiología Clínica en la Universidad de Leicester, explicó en una publicación para The Conversation que, desde su experiencia, sí es posible dar una respuesta clara: la ducha por la mañana es la más recomendable.
De acuerdo con la experta, el baño diario cumple una función crucial para la salud de la piel, ya que elimina suciedad, grasa y sudor, elementos que pueden favorecer infecciones cutáneas o la aparición de erupciones. Además, el aseo ayuda a reducir el mal olor corporal, el cual no proviene del sudor en sí, sino de la actividad de bacterias como los estafilococos, que lo utilizan como alimento y liberan compuestos responsables del olor penetrante.
El dermatólogo Alok Vij, de Cleveland Clinic, añadió que no existe una recomendación universal para todas las personas, ya que el mejor momento para ducharse depende también del estilo de vida, los horarios y las preferencias individuales.
Quienes eligen bañarse por la noche suelen argumentar que así se deshacen del polvo, el polen y los alérgenos acumulados en el cuerpo durante el día, evitando llevarlos a la cama. Esto también reduce la cantidad de bacterias y residuos que terminan en las sábanas, lo que puede ser positivo para quienes sufren alergias.
No obstante, Freestone aclara que, aunque el baño nocturno es útil para dormir en un estado más limpio, no evita que el cuerpo siga sudando mientras se duerme. Durante la noche, las bacterias de la piel aprovechan este sudor como nutriente, lo que puede provocar mal olor al despertar y, en caso de que la ropa de cama no se lave con frecuencia, transferir microbios de regreso al cuerpo.
Otro punto importante es que, incluso después de ducharse, la piel continúa liberando células muertas que pueden servir de alimento a los ácaros del polvo. Sus desechos, que son altamente alergénicos, pueden empeorar cuadros de asma o alergias si las sábanas no se lavan con regularidad.
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En contraste, la ducha por la mañana ayuda a eliminar el sudor, las bacterias y las células muertas acumuladas durante la noche. De esta forma, el cuerpo comienza el día más fresco y con menos microorganismos que puedan generar mal olor a lo largo de la jornada, especialmente si después se utiliza ropa limpia.
Si bien la ciencia parece inclinarse hacia el baño matutino, ambos especialistas coinciden en que no existe una única respuesta para todos. Lo más importante es mantener una buena higiene diaria y elegir el horario que mejor se adapte a las necesidades personales y al bienestar de cada individuo.
Con información de Infobae.