Hacer scroll se ha convertido en un término común por el uso continuo del celular. La acción de deslizar hacia arriba y ver contenido nuevo se ha vuelto tan recurrente que ha llevado a que se cree una vertiente que habla de los efectos negativos de esta actividad: el doomscrolling.
Este fenómeno describe la acción de pasar horas navegando por contenidos negativos y deprimentes en internet. Aunque parezca inofensivo, el doomscrolling tiene serias repercusiones en nuestra salud mental y bienestar general.
El término “doomscrolling” proviene de la combinación de “doom” (condena) y “scrolling” (desplazarse). Se refiere al hábito de pasar largos periodos navegando sin cesar por noticias negativas y comentarios en redes sociales, a menudo a altas horas de la noche.
Durante la pandemia de Covid-19, el comportamiento del doomscrolling se intensificó debido a la necesidad de estar constantemente informados sobre la situación mundial. La ansiedad y la incertidumbre empujaron a muchas personas a buscar respuestas en sus dispositivos móviles, perpetuando el ciclo de malas noticias.
Emily Bernstein, una escritora de comedia de Los Ángeles, le contó a la BBC cómo estuvo atrapada en este ciclo del doomscrolling: “Me encontraba en la cama por la noche desplazándome por sitios de noticias y sabiendo que esto no es saludable para mí… ¿Entonces por qué lo hago?”.
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Efectos del doomscrolling en el cerebro
Para comprender cómo el doomscrolling afecta nuestro cerebro, es esencial examinar el sistema de recompensas del cerebro y cómo las redes sociales lo manipulan. El scrolling continuo y la exposición a información impactante liberan dopamina, una hormona asociada con las sensaciones de placer y recompensa.
Sin embargo, el cerebro no distingue entre la información útil y la negativa; todo lo que genera una respuesta emocional activa este sistema de recompensas.
En una investigación sobre el tema, se consultó a varios especialistas para entender el fenómeno. Una de ellas es Ariane Ling, de la Universidad de Nueva York Langone, quien asegura que los humanos tenemos una curiosidad innata por saber lo que ocurre a nuestro alrededor, una estrategia evolutiva de supervivencia. Los dispositivos móviles nos proporcionan un flujo constante e inabarcable de estímulos informativos, manteniéndonos enganchados.
Investigaciones de las universidades de Cornell y Wharton muestran cómo la cantidad y la naturaleza del contenido influyen en nuestra tendencia a seguir desplazándonos.
Un experimento demostró que los participantes que veían múltiples videos consecutivos querían ver aún más, en comparación con aquellos que solo vieron uno. Otro estudio reveló que los videos etiquetados como homogéneos, aunque no lo fueran realmente, aumentaban la predisposición de los participantes a seguir viendo más contenido.
Además, la intensidad de la exposición también juega un papel crucial. Aquellos que consumen contenido de forma continua, sin interrupciones, muestran una mayor tendencia a seguir desplazándose, en comparación con los que intercalan tareas con el consumo de videos.
Con información de BBC.