La delincuencia no descansa y ahora se alerta sobre la estafa del “sí”, el nuevo fraude telefónico que amenaza con robar el dinero de los cuentahabientes bancarios.
Surge como un peligro significativo en la era digital, aprovechando la sencillez de la comunicación moderna para engañar a las personas y comprometer su seguridad financiera y personal.
Basta con una llamada de un estafador que intenta manipular a la víctima para que diga “sí” durante la conversación, grabando la respuesta afirmativa para usarla de manera fraudulenta.
Comienza con una llamada, a menudo de un número desconocido o que parece ser parte de un banco. El estafador, al otro lado de la línea, se hace pasar como ejecutivo e intentará obtener como respuesta el “sí”, con preguntas diseñadas para ello.
La situación es bastante sencilla pero muy delicada, debido a que las preguntas son tales como “¿Puede escucharme?” o “¿Es usted el titular de la cuenta?”, a las que indefectiblemente se responde casi en automático, en el caso de la primera, con el “sí”.
Los estafadores utilizan la ingeniería social para ganar la confianza de las personas o hacer referencia a algunas transacciones recientes; incluso, se han registrado casos en que puede que se marque a la potencial víctima para que diga “¿sí?”, y nadie le responda.
Durante la “charla”, el delincuente permanecerá callado para tener una grabación limpia de la respuesta. Una vez que haya logrado el vocablo que espera, colgará el teléfono.
Cuando el estafador tiene la grabación del “sí”, la puede utilizar para autorizar pagos no deseados o como evidencia de acuerdo en transacciones de las que la víctima no tiene conocimiento.
También usarían la grabación para simular consentimiento en la autorización de compras y contratos, o la modificación de cuentas bancarias y servicios, lo que pondría en riesgo la seguridad financiera y la identidad personal de quienes caigan en la estafa.
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Para protegerse de esa estafa, expertos en seguridad recomiendan no dar información personal o responder a llamadas no solicitadas, y no asumir que una marcación es legítima porque el número parece conocido, y si suscita sospechas es mejor colgar.