El 26 de abril de 1986 el mayor desastre nuclear tuvo lugar en Chernobyl, en la antigua ex Unión Soviética, hoy territorio de Ucrania, cuando explotó un reactor en pleno funcionamiento.
El accidente en la planta nuclear provocó una trágica pérdida de vidas (se estiman entre 38 mil y 200 mil) y el abandono de toda una ciudad llamada Pripyat, que se considera demasiado radiactiva para vivir en ella.
Y aunque a los humanos no se les permite vivir allí, animales como los lobos han estado vagando libremente en el área durante décadas y, como resultado, aparentemente han evolucionado y desarrollado características de salud únicas contra el cáncer que provoca la radiactividad del lugar.
Hace 10 años, un equipo de científicos de la Universidad de Princeton, en EEUU, comenzó a investigar a los lobos grises en la zona de exclusión de Chernobyl (ZEC), un área de mil 600 kilómetros cuadrados, donde la radiación del lugar todavía representa un riesgo de cáncer.
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Con el paso del tiempo, los científicos se preguntaron si los lobos que han estado viviendo y reproduciéndose allí durante las décadas posteriores al desastre han evolucionado para convertirse en resistente la exposición constante a la radiación.
“Sabíamos que los lobos en Chernobyl han estado allí, en este punto, durante unas siete u ocho generaciones. Por lo tanto, han estado expuestos durante toda su vida a los efectos radiactivos del lugar”, explicó Shane Campbell-Staton, investigador en el Princeton a cargo del estudio, del que sólo se ha publicado el adelanto.
El científico agregó que “al comprender cómo la selección natural ha moldeado los organismos para que aún sobrevivan y se reproduzcan, estudiar ese proceso puede llevarnos a nuevos conocimientos para tratar esta terrible enfermedad”
La doctora Cara Love, bióloga evolutiva y ecotoxicóloga de la Universidad de Princeton en Estados Unidos y coautora del estudio, ha estado estudiando cómo sobreviven los lobos de Chernobyl a pesar de generaciones de exposición a partículas radiactivas.
Love y el equipo de investigadores visitaron la ZEC en 2014 y colocaron collares de radio a los lobos para poder controlar sus movimientos. “Estos collares nos dicen en tiempo real de dónde están los lobos y a cuánta radiación están expuestos”, afirmó.
También tomaron muestras de sangre para comprender cómo responden los cuerpos de los lobos a la radiación que causa cáncer.
Los investigadores descubrieron que los lobos de Chernobyl están expuestos a más de 11.28 milirem de radiación cada día durante toda su vida, lo que supone más de seis veces el límite legal de seguridad para un ser humano. Love presentó sus hallazgos en la reunión anual de la Sociedad de Biología Integrativa y Comparada en Seattle, Washington.