Las recientes medidas arancelarias impuestas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han generado una nueva ola de tensiones comerciales con dos de sus principales socios económicos: Canadá y China. Los aranceles, que incluyen un incremento del 25% sobre las importaciones canadienses y un arancel acumulativo del 20% sobre productos chinos, afectan un comercio bilateral valorado en aproximadamente 2.2 billones de dólares.
China reaccionó rápidamente tras la entrada en vigor de los aranceles, implementando tarifas adicionales de hasta el 15% sobre bienes estadounidenses y estableciendo restricciones a la exportación hacia ciertas empresas norteamericanas. Además, Pekín argumentó que las medidas de Estados Unidos violan las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y socavan las bases de la cooperación económica entre ambas potencias.
Por su parte, Canadá, que ha mantenido una relación comercial prácticamente libre de aranceles con EE. UU. durante décadas, también tomó represalias. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, anunció aranceles del 25% sobre productos estadounidenses valorados en decenas de miles de millones de dólares, advirtiendo que estas medidas violan los acuerdos de libre comercio previamente firmados entre ambas naciones.
La aplicación de estos aranceles amenaza con desestabilizar industrias clave, como la automotriz, la tecnológica y la agrícola, que dependen de cadenas de suministro transfronterizas. En particular, los productores agrícolas estadounidenses, ya afectados por guerras comerciales previas, enfrentan pérdidas significativas al ceder participación de mercado en China frente a competidores como Brasil. Por otro lado, sectores tecnológicos ven un aumento en los costos de producción, con bienes como teléfonos inteligentes, relojes inteligentes y portátiles sujetos a nuevos gravámenes.
Las repercusiones no se han limitado al ámbito comercial. Los mercados financieros globales registraron caídas generalizadas tras el anuncio de Trump, con el dólar canadiense debilitándose frente al dólar estadounidense. Además, voces en Canadá, como la Cámara de Comercio, han advertido que estas políticas podrían llevar a una recesión económica y aumentar los precios para los consumidores.
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Las tensiones comerciales forman parte de la estrategia de Trump para redefinir las relaciones económicas globales en favor de Estados Unidos. En este contexto, su administración ha restablecido aranceles del 25% sobre importaciones de acero y aluminio, además de anunciar investigaciones sobre diversos sectores, desde la madera hasta los servicios digitales. Sin embargo, expertos advierten que esta política podría tener consecuencias negativas a largo plazo tanto para los consumidores como para los productores estadounidenses.
Con información de La República Colombia