La catedral de Notre Dame de París volvió a abrir sus puertas al mundo, tras cinco años y medio de haber sufrido un incendio que destruyó su emblemática aguja y el armazón de madera del tejado. La reapertura, considerada por muchos como “la obra del siglo”, fue celebrada con una ceremonia especial que reunió a dignatarios de todo el mundo.
El evento estuvo presidido por el arzobispo de París, Laurent Ulrich, quien, ataviado con una casulla diseñada por Jean-Charles de Castelbajac, dio la bienvenida a los asistentes con un ritual solemne. Tras golpear el portón con su báculo, las campanas de la catedral comenzaron a repicar, acompañadas por el coro catedralicio, marcando oficialmente la reapertura.
Entre los rituales de la ceremonia de reapertura destacó el “despertar” del gran órgano de Notre Dame, el más grande de Francia. Con ocho mil tubos y más de tres siglos de antigüedad, el instrumento había sido cubierto por polvo de plomo tras el incendio, lo que requirió meses de limpieza y restauración. Su sonido volvió a escucharse después de cinco años, simbolizando la resiliencia y el renacimiento de la catedral.
La ceremonia se desarrolló en tres partes: el despertar del órgano, el canto del Oficio, que incluyó salmos y oraciones, y la bendición final acompañada del “Te Deum“.
Además, se contó con la participación de artistas internacionales como Gustavo Dudamel, Angélique Kidjo, Pharrell Williams y Lang Lang, quienes se unieron para brindar un espectáculo que combinó música clásica y contemporánea.
La restauración de Notre Dame involucró a cerca de dos mil trabajadores y 250 empresas. Este ambicioso proyecto fue posible gracias a los 850 millones de euros recaudados en donaciones de 340 mil benefactores de 150 países, quienes respondieron al llamado global tras el incendio de 2019.
Aunque el papa Francisco no asistió, la ceremonia contó con la presencia de líderes de todo el mundo, incluidos Donald Trump, presidente electo de los Estados Unidos y la primera dama estadunidense, Jill Biden, así como distintos mandatarios de Europa, África y América Latina.
Entre los asistentes destacados estuvieron el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien expresó: “El mundo nos está mirando”, reafirmando el compromiso cumplido de devolverle su esplendor a la histórica catedral.
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Más allá del aspecto histórico y espiritual, la reapertura también es un símbolo de esperanza y unidad. Desde la tragedia que conmocionó al mundo, Notre Dame no solo fue restaurada sino que, según el gobierno francés, “es ahora aún más hermosa”.
Con este evento, Notre Dame reafirma su lugar como uno de los íconos más importantes del patrimonio mundial, renaciendo como un faro de fe, cultura y resiliencia para las generaciones presentes y futuras.