Un gesto aparentemente inocente derivó en un incidente que todo museo teme. En el Palazzo Maffei de Verona, un turista se sentó sobre una delicada obra de arte contemporáneo, provocando su colapso instantáneo y su destrucción casi total.
La pieza, titulada Van Gogh Chair, fue creada por el artista italiano Nicola Bolla y revestida con miles de cristales Swarovski. Estaba inspirada en el célebre sillón que aparece en el cuadro El dormitorio de Vincent van Gogh, pero a diferencia del original, esta silla estaba diseñada exclusivamente para la contemplación, no para el uso
La escena fue captada por las cámaras del museo: el turista esperó a que el personal de vigilancia se alejara, se sentó con toda naturalidad para tomarse una fotografía y, en cuestión de segundos, la estructura colapsó bajo su peso.
La reacción del museo no se hizo esperar. Su directora, Vanessa Carlon, calificó el episodio como “la peor pesadilla para cualquier institución cultural” y expresó su indignación por lo que consideró un acto de profunda imprudencia.
Gracias a la rápida intervención del equipo de seguridad y al meticuloso trabajo de restauradores y curadores, la silla podrá ser reconstruida en pocos días. Pero el mensaje del museo fue claro: “El arte no solo se ve; se ama y se protege”.
🔥🚨BREAKING This ‘Idiot’ tourist sits on and shatters ‘Van Gogh’ chair made with thousands of Swarovski crystals. pic.twitter.com/nm2WxeKtlL
— Dom Lucre | Breaker of Narratives (@dom_lucre) June 13, 2025
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El incidente con el turista reavivó el debate sobre el comportamiento de ciertos visitantes en espacios museísticos. No es la primera vez que una obra resulta dañada por actos impulsivos o poco atentos. En años recientes se han documentado numerosos casos: esculturas mutiladas por tomarse selfies, instalaciones derribadas por accidente y piezas irreparables dañadas por ignorar los límites. En todos los casos, la prisa por capturar una imagen ha terminado por borrar, literalmente, el arte que se pretendía admirar.
La silla será restituida a su lugar, ahora bajo medidas reforzadas de seguridad y con advertencias visibles para el público. El museo confía en que lo ocurrido no solo sirva como anécdota viral, sino como una verdadera llamada de atención colectiva: la interacción con el arte exige respeto, sensibilidad y responsabilidad, mucho más que una buena foto para redes sociales.
El incidente con el turista ocurrido en el Palazzo Maffei no es un hecho aislado. Según datos del International Council of Museums (ICOM), entre 2018 y 2023 se registraron más de 180 casos documentados en el mundo de daños a obras de arte en museos, siendo un 27% atribuidos directamente a intentos de tomarse fotografías o selfies. En Italia, país con uno de los patrimonios artísticos más vastos, se han endurecido en los últimos años las medidas de seguridad y se ha reforzado el señalamiento en salas de exhibición para prevenir este tipo de situaciones.
El artista Nicola Bolla, conocido por usar cristales Swarovski en sus obras, ha expuesto en importantes espacios europeos, y su Van Gogh Chair se considera una reinterpretación crítica sobre la idealización del genio artístico y la fragilidad de su legado, de ahí su carácter simbólicamente delicado.
Por otra parte, la responsabilidad legal de un turista que daña obras en museos varía según la legislación del país. En Italia, el daño a bienes culturales está regulado por el Codice dei beni culturali e del paesaggio, y puede conllevar sanciones civiles y penales. No se ha informado si el visitante implicado enfrentará cargos, aunque el museo ha declarado que “se están evaluando acciones legales”.
Con información de AFP.