Laure Rachelle La France, de 51 años, cumple un mes viviendo a las afueras de la Terminal Dos del Aeropuerto Internacional de Cancún tras perder sus documentos a manos de sus captores, de quienes logró escapar después de ser víctima de trata, asegura.
La mujer de nacionalidad estadunidense y ascendencia francesa, explica que llegó al país engañada, y que sus papeles oficiales le fueron arrebatados, impidiéndole hasta ahora salir del territorio mexicano.
La France, que llegó al aeropuerto de Cancún el 12 de diciembre pasado en busca de ayuda para ser deportada, continúa viviendo a las afueras de la Terminal Dos, ignorada por autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Guardia Nacional.
La extranjera señala que le recomendaron llegar a la terminal aérea, donde sería auxiliada por las autoridades para ser deportada o lograr ser refugiada en alguno de los países que busca, sin embargo, ha sido ignorada durante el mes que ha vivido en ese lugar.
La mujer está afuera de la terminal de vuelos nacionales, donde permanece sentada a un costado del área verde que conecta con el estacionamiento. En un carro de equipaje proporcionado por personal del Grupo Aeroportuario del Sureste (Asur), tiene sus maletas.
“El día que mataron a mi mamá fui contactada por una persona que se hizo pasar por amiga de un tío de origen francés, asegurándome que él estaba en riesgo y con problemas de salud, por lo que debía viajar de inmediato (a México) para ayudarlo”, narró a la prensa local.
Cuando llegó a México, una persona la recibió y la llevó a un rancho, donde le pidieron sus documentos “para agilizar los trámites para salir del país” con su tío, a quien nunca conoció.
“Cuando vi que no avanzaba nada con mi supuesto tío y que no me dejaban salir, me desesperé y busqué la forma de escapar. Un día lo logré, dejando atrás a las personas que me tenían retenida”.
Llegó al aeropuerto con una copia de sus documentos esperando recibir apoyo, pero las autoridades migratorias no le permitieron salir, alegando que necesitaba un documento del Consulado estadunidense y que tenía que ir al estado de Sonora.
“Como pude, con el poco dinero que tenía, viajé a Sonora, pero no encontré apoyo para obtener un pasaporte. Mi pesadilla continuó, y terminé vagando por el país sin respuesta. Algunas personas me recomendaron viajar hacia el sureste, pensando que, al ser un destino turístico, recibiría ayuda de las autoridades”, señaló.
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En diciembre pasado arribó a Cancún: “La sorpresa es que aquí es donde menos apoyo he encontrado. Desde que llegué he estado en este parque. Si no fuera por los trabajadores y algunas personas que me regalan comida, estaría en una situación de salud más grave”.
“Todas las noches, a las nueve, me permiten ingresar a la terminal para resguardarme del clima, pero temprano debo salir nuevamente al parque”, refirió la mujer estadunidense.
