Un hito importante logrado en días pasados, que tristemente pasó desapercibido (como suele ocurrir cuando las noticias son buenas), es que finalmente quedó saneado en su totalidad el depósito de basura de Holbox, en el mal llamado “sitio de transferencia”, con lo que se puso fin, de una vez por todas, al severo problema de contaminación en esa isla, una de las principales quejas por parte de esta ciudadanía.

Aunque parte del cŕedito corresponde al gobierno municipal, la faena misma fue realizada por la iniciativa privada, a menudo tan satanizada y criticada. En dos años, a través de una concesión, se pudo solucionar un problema que se arrastraba de administración en administración.

Debe aplaudirse las agallas del presidente municipal Nivardo Mena Villanueva, de atreverse a soportar las críticas de quienes ven en cualquier concesión al diablo en persona. Hoy, las impresionantes fotos del antes y después le tapan la boca a cualquier detractor.

Contrasta la rápida y dramática solución brindada con los interminables esfuerzos de antes, en donde distintos gobiernos dilapidaron dinero de las arcas públicas en toda clase de esfuerzos inútiles. Es la inercia propia de la gestión pública, con sus burocracias, los cambiantes beneficiados de cada gobierno, los proyectos truncos y sí, por qué no decirlo, la corrupción que infla todo gasto hasta cinco veces o más.

A diferencia de la iniciativa privada, en donde se contrata con base en resultados, en la gestión pública entra a lugares de decisión personas a veces ni con la primaria terminada, pero con el “mérito” de ser familiares de algún influyente. La principal preocupación de todos es quedar bien, jalar votos para la elección y participar en diversas “grillas”, no en resultados.

Pero, ¿qué pasa cuando el trabajo o el proyecto viene de la iniciativa privada?; pues muy simple, las empresas no están dispuestas a perder el dinero contratando a improvisados, a gente sin experiencia ni formación.

¿SERÍA SANO REGRESAR A LA BUROCRACIA SERVICIOS PÚBLICOS BÁSICOS?

En esta lógica de corrupción, de la alocada carrera de algunos presidentes municipales, secretarios y directores, quienes saben que sólo cuentan con tres años para, materialmente, robar lo que se pueda, está ahora a discusión regresar a la burocracia la distribución del agua potable en los municipios del norte del estado.

¿Será que funcione?, o será que en realidad lo que estaríamos fomentando es que se garantice a gente corrupta, una nueva trinchera en la cual robar tranquilamente, en donde pueda colocar su familia.

Es trágico ver cómo se manipula a la opinión pública, que caen con slogans ideológicos, como que la privatización es inherentemente mala. ¿Queremos regresar al tiempo de la Conasupo? ¿cómo nos iba cuando los teléfonos eran de gobierno? ¡conseguir una línea era una proeza y un patrimonio que hasta se heredaba!

Ahora, cuando se trata de un servicio tan sensible como el agua potable, preocupa que por sacar raja política, se quiera poner en riesgo la salud y el bienestar de la ciudadanía al regresarla con los presupuestos limitados, la corrupción y la falta de inovación de la gestión gubernamental.

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Con el acelerado crecimiento de Cancún y Playa del Carmen, una interesante pregunta sería ¿cuántas colonias estarían rezagadas, sin servicio de agua potable, de estar éste en manos de gobierno?

La alternativa es confiar en el trabajo de empresas con experiencia y prestigio, o en burócratas corruptos. Una muestra de la efectividad está vigente en Holbox, innegable, a vista de todos. ¿Cambiaríamos eso?