Ricardo Villalva, un cancunense por adopción, un hombre ejemplar y que nos dio invaluables lecciones desde el inicio de la pandemia por Covid-19, ha perdido la vida a causa de esta terrible enfermedad. Pero nos deja un legado enorme: el haber logrado una red de apoyo que permitió que a la fecha se hayan entregado cerca de 250 mil platos de comida a la gente que se quedó sin empleos y fuentes de ingresos desde que comenzó la emergencia.
Ricardo Villalva era un comerciante. Tenía una zapatería en la zona de El Crucero y El Parián. Como muchos de nosotros comenzó a sufrir la falta de dinero. En este caso las ventas de su negocio empezaron a bajar. Todo empeoró cuando los comercios tuvieron que cerrar, cuando la gente se quedó sin trabajo.
Pero este hombre no se quedó de brazos cruzados, y lo más importante: no se preocupó solo por él, sino por la gente a su alrededor que también la estaba pasando mal.
Fue así como poco a poco fue gestando lo que hoy es el Comedor de Dios: un espacio donde la gente que no tiene qué comer puede ir a pedir alimento para ellos y sus familias. Desde un inicio se respetaron las reglas como la sana distancia y el uso de cubrebocas.
Y aunque posteriormente fundaciones y autoridades su sumaron y le brindaron todo su respaldo, fue Ricardo Villalva, quien junto con su familia y algunos conocidos comenzaron a comprar los alimentos para prepararlos y dárselos a la gente. Así comenzó a hacerse común ver a niños pequeños, ancianos y familias acudiendo por alimento cada día.
Incluso hubo quienes por envidia u otros motivos quisieron boicotear al comedor, incluso algunas autoridades no les querían dejar operar. Aunque al final la solidaridad ganó. Y el entusiasmo de Ricardo Villalva contagió a otros cancunenses, quienes dimos un poco de lo que teníamos y nos sumamos a la causa que este noble comerciante y vendedor de zapatos había iniciado.
Y primero fue la entrega de comidas en su negocio de El Crucero, pero después todo fue creciendo. A últimas fechas ya había una unidad móvil del Comedor de Dios que acudía a entregar comidas a zonas apartadas, pues Ricardo Villalva sabía que no todas las personas podían trasladarse hata El Crucero y había que acercarles los alimentos. Y así lo hizo. Repartió comidas y despensas en domos, en colonias irregulares, a las afueras de hospitales, donde familiares esperaban por sus familiares enfermos. Siempre él y el gran equipo de voluntarios trabajaban sin descanso, cada día.
Hoy, Ricardo Villalva ha fallecido, pero nos ha dejado el Comedor de Dios, un proyecto que no debemos dejar que muera, pues siempre hará falta alguien que necesite algo para llevarse a la boca. Seamos solidarios, así como él nos enseñó.
Este es un nuevo golpe para la familia, pues un hermano de Ricardo ya había fallecido por el mismo Covid-19. El propio activista comentó que su hermano lo ayudaba trabajando como taxista para juntar dinero para comprar los alimentos del comedor, y así se enfermó.
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Un pésame para su familia y amigos, y para todos los que lo conocimos y a quienes nos inspiró. Antes de morir Ricardo Villalva obtuvco la Medalla “Sigfrido Paz Paredes”, presea con la que se reconoce a los grandes persnajes que han hecho de Cancún el lugar que hoy es. Sin demeritar a los otros ganadores, Ricardo Villalva la merecía más que nadie. Gracias por tu inspiración y tu trabajo. Descansa en paz.
Con imágenes del Facebook del Comedor de Dios y de Ricardo Villalva.