Playa del Carmen.— El poder que los gobiernos neoliberales, capitalistas, le dejaron a los narcotraficantes, sobre todo de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto es el de un “narcoestado”, una estructura muy fuerte, cuya dimensión ya conocimos, y ya sabemos a qué nos enfrentamos, expresó el sacerdote y activista Alejandro Solalinde Guerra.
Al referirse a la jornada vivida ayer en Culiacán, Sinaloa, rechazó que refleje a un Estado fallido, “porque un Estado fallido no lucha y yo veo un Estado que está luchando. El paquete que le dejaron no es cualquier cosa y ayer quedó demostrado el alcance, la magnitud del poder de los narcos en México”.
El entrevistado, quien también es coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana Pacífico Sur del Episcopado Mexicano y director del albergue Hermanos en el Camino, que brinda asistencia humanitaria e integral a migrantes de Centro y Sudamérica en su paso hacia los Estados Unidos, dijo que a pesar de la magnitud de los hechos, el presidente fue congruente y no mintió, dijo la verdad, a pesar de que en algún momento su equipo contrastó.
Se perdió una batalla, pero no la guerra, que es a largo plazo, muy fuerte. El presidente Andrés Manuel López Obrador fue muy claro al decir que será cuestión de estrategia, no de fuerza, y tendrá que demostrar que de verdad es una estrategia, desde las finanzas, desde cómo hacerlo, añadió.
Solainde Guerra indicó que este “trancazo” es parte de un aprendizaje, pero no el final. “Nos permitió a todos ver dónde estamos porque nunca habíamos visto la situación en la que estamos. Este es el país que nos dejaron y a partir de aquí hay que luchar porque de verdad se tenga un país en paz, pero no a cargo de la justicia”.
Asimismo, dijo que en este momento no nos debe importar la imagen de México hacia el exterior, sino lo que hay adentro y llamó a cambiarlo porque entonces la imagen externa va a cambiar.
“Ya vimos lo que está pasando. Es tiempo de unirnos todos en una fuerza para rescatar a México, no sólo de las fuerzas de afuera, de los poderes fácticos capitalistas, sino también de los mexicanos que comprometieron la vida y la seguridad de México”, manifestó.
El Presidente tiene voluntad para cambiar todo esto. En lo que no está de acuerdo, y es quizá donde hay una discusión, es que no quiere más derramamiento de sangre, no quiere una guerra, porque entonces vamos a enlutar otra vez al país, lo vamos a llenar de sangre, prosiguió.
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Él tendrá sus propias maneras de hacerlo y yo diría que las fuerzas armadas y todo el equipo de seguridad deben aprender y aceptar esta derrota, pero insistió en que se perdió una batalla, no la guerra. “Ahora hay que prepararnos para rescatar a México con ayuda de toda la ciudadanía”.